sábado, 3 de marzo de 2012

MÚSICA VIRTUOSA PARA MENTES CAMPEONAS








Niño prodigio del piano, concertista aclamado en todo el mundo, Franz Listz era un húngaro que triunfó tanto profesionalmente como en el amor. De hecho, aparecía a veces en los dibujos satíricos de las publicaciones de la época como un poeta mimado desmayándose bajo las flores amontonadas sobre él por devotas y embelesadas admiradoras, o como un domador cuyo león feroz era un pìano de cola domesticado.

Probablemente sus obras más conocidas son las colosales Rapsodias Húngaras. Todas sus composiciones son torrentes de notas que se encaraman por los sentidos y se cuelan por los entresijos de la conciencia. Personalmente opino que, antes de un acontecimiento decisivo, es una delicia de relajación espiritual y orfebrería musical la audición de  La Campanella, un centelleante desfile de semicorcheas y saltos acrobáticos que ponen a prueba el virtuosismo del/de la pianista y que serenan y colocan la mente en ese maravilloso estado conocido como estrés positivo.












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