martes, 9 de agosto de 2011

TEORIA DE LA SIMULACION

Buenos días. Si usted tiene bajo su tutela el desarrollo del cerebro de un niñ@ en edad preescolar, quizá le pueda interesar esto:

El cerebro humano se plantea constantemente metas, por irrisorias que sean, y a continuación elabora ideas para alcanzarlas (debo llegar al trabajo a las nueve y, por tanto debo vestirme, salir de casa, tomar un autobús y llegar a tiempo) Pero no es el cerebro el que hace buenas las ideas, sino las ideas las que hacen bueno el cerebro.

¿De dónde salen las buenas ideas? En el caso de un niñ@ en edad preescolar, es función del educador enseñarle a tenerlas. ¿Cómo se hace esto? Con la simulación, es decir, con el juego activo:

Yo soy el cliente y tú eres la camarera del restaurante, ¿de acuerdo? Y quiero comer. Me siento a una mesa.
Yo:  Hola señorita camarera, ¿qué hay para comer?
La niña (tres años): ...hummm, tenemos salsicha y espagueti y chocolate.
Yo: ¿Y no tienen pollito al chilindrón?
Niña: ¿Pollito quééé...? (riendo)
Yo: Sí, bueno, es un pollo con una salsa muy buena.
Niña: También tenemos caldito y plátano.
Yo: Bueno, bueno, tráigame una salsicha, por favor. (la niña se va donde tiene la cocinita de juguete y sus enseres de plástico. Manipula unas ollitas y platitos y emite unos ruidos: pssssssst, plas, chis, pum. Vuelve con un platito en la mano)
Niña: Tenga, cliente.
Yo: Gracias. (Doy un mordisco a la salsicha imaginaria) ¡Aaaaaay, cómo quema!
Niña (riendo): Si quiere traigo agua.
Yo: ¡Buena idea! Tráigame agua, por favor. (la niña se va y vuelve con agua de verdad, ¿dónde la ha conseguido? Nota:  el suelo del pasillo ha quedado bastante mojado)
Yo: (me la bebo) Muy fresca. ¿Qué hay de postre?
Niña: ...mmmmm... helado de nata y vainilla y fresa.
Yo: ¡Guay! Quiero uno de esos. Y también tráigame la cuenta, por favor. (Se va a la cocinita y vuelve en seguida con un copa de plástico muy grande)
Niña: Aquí está el helado.
Yo: ¿Y la cuenta cuánto es?
Niña: Mmmmmmm ¡cinco euros! (pongo un billete imaginario en su manita y me levanto) Gracias, camarera, me ha gustado mucho este restaurante, ya volveré otro día.
Niña: Adiós señor (hace una reverencia exagerada)

Esta misma simulación repetida unas cuantas veces resulta de una tal perfección que puede reproducirse delante de un amigo que queda asombrado de las habilidades de la niña. Cabe pues imaginar todo el tiempo nuevas situaciones a teatralizar (a los niños les encantan literalmente estos ejercicios de representación: los nuevos porque son emocionantes y los antiguos porque, al tenerlos dominados, se sienten felizmente seguros). Podemos representar una infinidad de situaciones con variaciones de todas clases: consulta del médico, bomberos que vamos a apagar un fuego, compra en el súper para unos invitados que tenemos en casa...el niñ@ jamás los olvidará y lo más curioso: pueden utilizarse objetos reales pero, la verdad, casi resulta mejor no hacerlo. El niñ@ tiene más imaginación que siete adultos juntos, y construirá en su mente todo lo que necesita o todo lo que se le sugiere.

¿Qué ha sucedido? Su cerebro usa una determinada red neuronal para estas representaciones, cuyas conexiones se refuerzan con el uso repetido. Continuamente se le están formando nuevas neuronas que, a su vez crean nuevas conexiones que se interconectan entre sí y con las anteriores. Es un proceso de ampliación de la capacidad cognitiva del cerebro que lo hace más y más receptivo a nueva información. Es la mente la que desarrolla el cerebro. La información le ha sido servida envuelta en emociones, y por eso nunca la olvidará. Y no hay que tener miedo: nadie se ha puesto enfermo por ser demasiado inteligente. Además, y por si fuera poco, los niños adoran a quien juega con ellos.

Los cinco o siete primeros años de la vida de una persona son determinantes para su futuro. Entre otras muchos aspectos los fundamentales son: vivir rodeado de cariño físico y ser estimulado intelectualmente.
Para ser estimulado intelectualmente, el niñ@ tiene que participar activamente en la estimulación. El efecto estimulador de la televisión, por ejemplo, es en este sentido casi nulo, porque el mensaje está pensado en función de espectadores pasivos. Y no es mirando aterrizar aviones que se aprende a aterrizar.  

La televisión es didáctica en el sentido de utilización de modelo de lenguaje (programas infantiles preescolares), pero no enseña a ser actor de la vida, antes bien, lo inhibe. La televisión está formando niños cada vez más tímidos e indecisos frente a la acción real. Esos niños deberían estar fuera, en el mundo, haciendo simulaciones (juegos) con otros niños. Porque los niños saben interactuar entre ellos y lo hacen muy bien, aunque la intervención regular de un educador con juegos inventados pero planificados sea más productivo. 

la Teoría de la Simulación se basa en el fantástico descubrimiento que la mente activa los mismos circuitos neuronales (y los refuerza con la repetición) tanto si la actuación es imaginada como si es real. Así, cuando se ha imaginado algo repetidamente, las redes cerebrales están más preparadas que nunca para pasar a acción real.  Éste es el gran poder de la mente.

¿Quién no ha oído hablar de los Simuladores de Vuelos en los que los futuros pilotos pasan horas y horas de entrenamiento antes de volar con un avión? Cuando llega la hora de volar realmente, el cerebro tiene automatizados los procedimientos y no percibe demasiada diferencia con los imaginados. Es lo que popularmente se llama "estar acostumbrado". Haciendo participar activamente a los niños en juegos imaginativos ensancharemos sus redes neuronales y les prepararemos para los futuros juegos reales que les esperan, de los que serán así buenos actores porque partirán de bases mentales sólidas. 

                                 


Yo seré la mamá y tú mi hermana que viene a casa a tomar el té                                                
                                                                                       
                                                                                         Empújame hasta el arco iris
                                                                                         y después vendrás a rescatarme



     
PS. Y los niños diferencian perfectamente la fantasía de la realidad. Siempre.
       Pregunta de un niño de tres años y medio:
      -Papá, los muertos que salen en la tele, unos son de verdad y otros de mentira, ¿a que sí?                                                                                   




                                                                                   
                                                                                                                                                                                



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