martes, 13 de marzo de 2012

MÚSICA PARA UNA VELADA CERCA DEL FUEGO






Esta fotografía es de un señor que murió hace 163 años. Se llamaba Fryderyk Franciszek Chopin, había nacido en Varsovia 39 años antes y vivió exiliado en París, donde triunfó como concertista y compositor con el nombre de Frédéric Chopin. Sus composiciones son elegantes y sofisticadas. Sus armonías adquieren en aquel tiempo una nueva sonoridad al implantarse la moderna técnica del pedal del piano, mezclándose a veces unas con otras, haciéndose nubosas en algunos momentos.

Los Nocturnos son piezas cortas y maravillosas plagadas de ornamentos decorativos que suelen cortar la regularidad rítmica, mientras las melodías serenan el espíritu, tranquilizan la mente, y parecen explicar de qué nivel del alma surgen los sentimientos.

Si la noche es fría y en casa hemos encendido la chimenea, es el momento ideal para sentarse en el sillón antiguo y concentrarse en algunos de los Nocturnos (números de 1 al 21)

A no obviar: el famosísimo Nocturno nº 2 opus 9 

















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