Esta fotografía es de un señor que murió hace 163 años. Se llamaba Fryderyk Franciszek Chopin, había nacido en Varsovia 39 años antes y vivió exiliado en París, donde triunfó como concertista y compositor con el nombre de Frédéric Chopin. Sus composiciones son elegantes y sofisticadas. Sus armonías adquieren en aquel tiempo una nueva sonoridad al implantarse la moderna técnica del pedal del piano, mezclándose a veces unas con otras, haciéndose nubosas en algunos momentos.
Los Nocturnos son piezas cortas y maravillosas plagadas de ornamentos decorativos que suelen cortar la regularidad rítmica, mientras las melodías serenan el espíritu, tranquilizan la mente, y parecen explicar de qué nivel del alma surgen los sentimientos.
Si la noche es fría y en casa hemos encendido la chimenea, es el momento ideal para sentarse en el sillón antiguo y concentrarse en algunos de los Nocturnos (números de 1 al 21)
A no obviar: el famosísimo Nocturno nº 2 opus 9
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