martes, 24 de septiembre de 2013

LA MÁQUINA DE PENSAR




De este cableado biónico, intrincado y desmesurado, se eleva el pensamiento que va construyendo una mente con identidad, personalidad y carácter. En este laberinto del cuerpo humano hay igual número de neuronas que estrellas en la Vía Láctea. Nuestra galaxia interna es un ente vivo con sus propio medios de percepción para la gestión del universo material, del abstracto, del cognitivo, del espiritual, del emocional y del sensitivo.

Yo creo que los dos descubrimientos más imponentes de la neurociencia, que están marcando época porque introducen la mente humana en un nuevo nivel de existencia, son:  la plasticidad cerebral es decir, cómo el cerebro se modifica físicamente con el pensamiento, y el aprendizaje imaginativo como herramienta voluntaria de adquisición de conocimiento y ejecución de tareas. Ambos tienen unas aplicaciones inconmensurables, que cambiarán los destinos de la humanidad en las próximas décadas de manera ineluctable.

Si se ha aprendido a nadar es porque, en sucesivas sesiones, el pensamiento, con la voluntad, han construído una red neuronal específica, en algún lugar del hipotálamo, que gestiona los movimientos necesarios para ello, a base de repetir o redundar el programo pensado. ¿Qué es una red neuronal específica? Es un conjunto de neuronas que ya estaban allí pero que ahora se han especializado y han establecido nuevas y múltiples conexiones entre ellas, transportando la información necesaria para, en este caso, saber nadar. ¿Quién ha tejido la red de conexiones entre ellas? Un pensamiento "natacional" sistematizado. El conjunto de esta red concreta genera entonces una especie de mente particular o local que se dedica al control de la natación, que al principio es consciente pero que cuando está consolidada pasa al nivel inconsciente, con lo que le es posible seguir realizando la actividad en modo automático, desocupando el pensamiento consciente que puede atender a otras cosas mientras se realiza esta actividad. La red neuronal especializada está conectada por supuesto con la red global, y por tanto su actividad mental es coherente con la identitad y el carácter del sujeto: si es impulsivo nadará impulsivamente, si es miedoso nadará con cuidado, etc.

La imaginación es la estrella de la actividad mental. El gran descubrimiento consiste en que el cerebro activa los mismos mecanismos electroquímicos tanto cuando realiza una acción como cuando "sólo" la imagina. Las consecuencias de este fenómeno son trascendentales para el aprendizaje. Exactamente como cuando alguien quiere aprender a pilotar un avión y pasa unos tiempos sentado en un simulador de vuelo en el que realiza todas las maniobras sin peligro alguno aunque resulten fallidas, la mente puede crear y reproducir  imaginativamente idealizados una situación, un hecho, una habilidad, un objetivo a conseguir y redundarlo durante un tiempo hasta crear una red neuronal específica que se ocupe de gestionarlo con éxito. Por ejemplo: se dice que instintivamente todas las mujeres son buenas madres. Quizás observar el comportamiento de las niñas en el parvulario jugando con sus muñecos, paseándolos en el cochecito, dándoles de comer, canviándoles el pañal o visitiéndoles con ropitas puede ayudar a comprender el fenómeno del aprendizaje imaginativo.


La genética ha creado en el cerebro del bebé una superficie cognitiva compuesta por neuronas que tienen componentes hereditarios, más las que los padres irán creando con el cariño y la estimulación verbal y gestual y de comportamiento. Cuanto más amplia sea más posibilidades tendrá, puesto que así habrá más espacio para la futura conectómica interneuronal que es la que a la postre servirá para entender es decir, para relacionar los conocimientos entre sí y extraer conclusiones o solucionar problemas. Esta capacidad del cerebro o disco duro del sistema biónico no es otra cosa que el nivel de inteligencia de la persona, que se ejercita y desarrolla con el pensamiento y la acción y la interrelación social, y su producto final es la mente o identidad.

Aprender a pensar partiendo de estos nuevos parámetros es determinante en un mundo cada vez más complicado y poblado. Poder crear a voluntad pequeños cerebros -dentro del gran cerebro- y desarrollar habilidades concretas va a ser decisivo, y el ejemplo más obvio es lo que podríamos llamar la mente de los campeones. Estas técnicas de entrenamiento mental aplicadas al deporte producen unos resultados visibles incluso por los neófitos. A igual nivel técnico, gana el deportista  que mejor responde a su robusto programa mental.. Piénsese ahora en las soberbias aplicaciones de esta mente a la hora de innovar, de alcanzar la excelencia profesional, de ser solidari@, de curar o paliar enfermedades graves, de alcanzar objetivos y cumplir deseos. Piénsese a la hora de desarrollar talentos. Piénsese para cuando tengamos que educar niños de nuevas generaciones para que sean mejores que nosotros y seguir haciendo avanzar a la humanidad,








Más información:  El músculo está en la mente 
                            La doctrina del campeón
                            Design thinking
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