sábado, 22 de marzo de 2014

NUEVO PARADIGMA EN LA EDUCACIÓN DE PREESCOLARES







Al fondo de estos ojos hay toda una conciencia impoluta, blanca, nueva, esperando recibir información. La información es el mundo y  las personas que lo habitan, especialmente los padres y la familia, especialmente las cosas que le llaman la atención. Ese fondo lo captura todo. Todo. Todo lo que fluye, se explicita o se materializa entra dentro de esta (in)consciencia. Todo lo que se dice, se grita, se llora, se siente, encuentra un lugar allí. Todo lo que se oye, se huele, se toca, se gusta y se ve va a depositarse fijamente. Y va a permanecer como parte del material que configurará el carácter del futuro adulto, porque la sensibilidad de esa conciencia es, en este momento de la vida, altísima.

Dos meses antes de nacer, el inconsciente (o subconsciente si lo prefieren) se hace presente en el cerebro. Los sonidos y palabras llegan amortiguados, pero ese fondo los empieza a incorporar. Al nacer, el cerebro es inconsciente puro y no puede razonar, pero entiende todo lo que aprehende, que queda incorporado a un humus general a partir del cual se irá formando el carácter del individuo. El recién nacido puede estar en la nursery o en la habitación con su madre, pero en ambos ambientes oirá lo que se habla o se genera como sonido, verá luz y sombras y figuras, notará las caricias que le hacen, estará oliendo los ambientes o el sudor del cuerpo de su madre, o gustará la leche materna con fruición y embeleso.

Incluso en un cerebro adulto plenamente desarrollado, inteligente y creativo, sólo el 5% es consciente, y el 95% restante lo forma el nivel inconsciente. Usted va por la calle en verano, siente sed, busca un bar, entra, se sienta en un taburete, pide una cerveza al camarero, se la bebe, paga y se va. ¿Qué tramo de todas estas acciones ha sido decidido con la mente consciente? Ninguno.  Usted se ha planteado conscientemente en algún momento agarrar con fuerza el vaso para no se caiga, levantarlo, acercarlo a los labios y beber? Claro que no. Su inconsciente tiene todos estos patrones configurados desde hace mucho tiempo en este 95% automático de la mente, que reaccionan por su cuenta sin órdenes conscientes cada vez que detectan una necesidad.

Pues bien, en el bebé la mente opera desde el 100% de inconsciencia, que no puede todavía reaccionar porque está configurándose. Con el paso del tiempo se acabará de configurar. La mente del bebé incorpora todo lo que percibe, día a día, y la fuente principal son sus padres, que son los que conviven con él/ella. Tremenda responsabilidad para los papás. Por ejemplo: un arranque de ira con golpes, gritos y discusión se implanta en el inconsciente del niñ@ como una herida. Si no se repite más, esta herida cicatriza y se borra. Si se repite, la herida irá profundizando hasta un nivel irreversible. Resultados futuros: puede ser que el adulto haya desarrollado unos arranques de ira similares a los percibidos en la inconsciencia natal, o puede ser que haya desarrollado una repulsión enfermiza por este tipo de actuaciones que le produzca miedos, estrés o depresión. El inconsciente, cuanto más joven, más captura; cuanto más repetida la información, igualmente más captura. Este ejemplo es negativo y es un aviso sobre lo causantes que podemos ser en la formación de un carácter igualmente negativo en nuestro hij@. Pero, si lo ponemos en positivo, imaginemos las maravillas que podremos alcanzar configurando talentos en la mente de nuestr@ pequeñ@.

La configuración de talentos es el nuevo paradigma de la educación de preescolares. El talento que marcará el éxito del adulto se desarrolla de los 3 a los 16 años, por lo que tenemos de 0 a 3 años para abonar el terreno donde crecerá. Música, ejercicios de movimiento, cariño y ternura, un poquito de ordenador, un poquito de tele, libros infantiles, canciones, versos, más cariño y más ternura, gustos de los alimentos, juegos de suelo y de mesa... es decir: un sinfín de ejercicios sistematizados y repetidos que activarán y motivarán el inconsciente envolviéndolo con una pátina de acción y emoción. Existe mucha literatura que ayuda a sistematizar estos procesos: por ejemplo el libro de la profesora de educación Jackie Silberg, de la universidad de Emporia (Estados Unidos) titulado "Juegos para hacer pensar a niños de 0 a 3 años" o muchos otros que se pueden encontrar en las librerías especializadas u on line en la red.

Nuestros hijos van a encontrar un mundo futuro que nadie puede tan siquiera entrever actualmente. Pero sabemos que va a ser muy complejo. Es más necesario que nunca enseñarles a pensar, descubrir sus talentos, potenciar su nivel de inteligencia, afianzar su seguridad en sí mismos. Sólo tenemos una oportunidad, que es la edad preescolar. Luego, entre los cinco y los siete años, las mentes de los niños se van individualizando y, aunque es posible la orientación, ha terminado el tiempo de la intervención. Es seguro que el mundo va a necesitar nuevas mentes; mentes que han aprendido, envueltas en emociones, a asumir entre otras cosas un progreso tecnológico brutal. Que habrán de digerir primero y humanizar después. Que habrán de saber incorporar a la utilidad y no a la complicación. Buf.


 























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