Casi todo el mundo dice saber lo que quiere, pero si se pregunta se verá en seguida que los deseos de la gente son confusos, generalistas, mal explicados y muy poco claros. Rara vez encontraremos a alguien que nos diga algo tan sencillo como por ejemplo "quiero ser periodista". Si el cerebro (vehículo) no sabe dónde va la mente (el conductor) ¿a qué destino la ha de llevar?
TENERLO CLARO: una mente ganadora ha de ser capaz de formular e imaginar exactamente su propósito. Para ello debe fabricar un concepto mental que pueda ser visitado: que exista con fondo y forma para ser evocado regularmente; alimentado, desarrollado, engordado y cuidado. Hay que poder seguir su trayectoria evolutiva, midiendo su aproximación progresiva a la materialización; ha de poderse sintonizar con él hasta lograr que forme parte de la personalidad que lo alberga.
Al decidirlo y pensarlo se formará un núcleo conceptual o signo mayor dominante de primer plano que habrá de ser revestido con la parafernalia ad hoc relativa al propósito: en el ejemplo mencionado supongamos un@ periodista protagonista en ejercicio de su labor profesional entrevistando a un famos@ con nombre y apellido; dónde se encuentran amb@s, cómo van vestid@s, si están con otras personas en un plató de televisión, de qué color son los decorados... En realidad hay que pintar un cuadro visualizándolo en la mente con el mayor número de detalles posible (signos periféricos o de segundo plano) que será el elemento de trabajo mental a fijar (sin movimiento) y desarrollar (secuenciándolo después con movimiento). También puede representarse en un ordenador visual táctil de la mente (OVTM) -previamente diseñado con el pensamiento-, y allí construir un programa especial de desarrollo de la actividad periodística propuesta.
La repetición regular de este esquema conceptual lo convierte en hábito. El hábito acaba formando carácter y el carácter configura el destino previsto hasta donde se encuentra el objetivo. Puede ser que no se alcance exactamente en forma y en tiempo, pero se alcanzará con toda seguridad. Quien maneja y controla el músculo mental asume el mando de su propia vida.
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