T. Harv Eker es un señor nacido en Canadá que organiza seminarios y conferencias donde explica cómo ser millonario. A la americana.
Un periodista de La Vanguardia de Barcelona, Lluis Amiguet, en una entrevista, le hace esta primera pregunta:
-Si usted fuera tan bueno enseñando a ser millonario, ya lo sería y no estaría aquí dando cursos...
Dejemos la respuesta para luego. Lo que desearía resaltar es la pregunta, que lleva implícita de modo fenomenal la manera de pensar tan mediterránea según la cual el trabajo es un castigo. El periodista da por sentado, de acuerdo con su propia manera de pensar, que el objetivo de cualquier persona es ser millonario para dejar de trabajar. Por consiguiente, si sigue trabajando, es que todavía no es millonario.
Toda la cultura de los países del sur está impregnada con la idea subyacente de la esclavitud del trabajo. Los mismos gobiernos y administraciones, lejos de educar y animar a la gente en el sentido de trabajar para crecer profesionalmente y participar en el desarrollo de la sociedad, promocionan loterías, lotos, quinielas y rifas: a ver si te toca y puedes tirar de una vez el despertador por la ventana. Sí. sí, a la que pueda, vendo mi empresa y me voy a vivir bajo una palmera. La felicidad consiste en no trabajar.
La respuesta de Harv Eker es del modelo de la cultura del trabajo tan propia de los países anglosajones, que no por casualidad son los que ocupan las primeras plazas de la lista de países desarrollados:
-Yo no persigo el dinero, persigo una pasión. Y quiero seguir persiguiéndola toda mi vida. Lo que ocurre es que cuando realizo mi pasión, el dinero va llegando solo.
En los países mediterráneos, además, se considera de mal gusto perseguir el dinero. Se critica muy duramente a los que lo ganan trabajando mucho de forma honrada excepto si son futbolistas, y sin embargo se asume resignadamente que algunos lo ganen practicando la corrupción, como si este hecho fuera un mal inevitable.
En los países nórdicos, por ejemplo, la gente acostumbra a cuidar su puesto de trabajo con la ilusión con la que se cuida un bebé. Tener un trabajo se considera una suerte y, aunque a veces no sea exactamente el trabajo soñado, es como una pareja a la que acabas queriendo. El trabajo entendido como realización personal es una parte fundamental de la vida. La gente suele organizar el espacio físico de su trabajo haciéndolo confortable y útil; con una taza de café en las proximidades; artilugios mecánicos o utillage de escritorio clasificado y a mano; electrónica digital bien dispuesta al entorno o herramientas o los enseres que constituyan los elementos de su trabajo organizados de acuerdo con su uso optimo. Muchos llegan media hora antes para tener tiempo de leer el periódico, relacionarse relajadamente con los compañeros: se nota que les gusta estar ahí. En estos países también conocí gente que no estaba a gusto en su trabajo y quería cambiar, pero nunca conocí a nadie que no quisiera trabajar.
Digo esto porque, si de verdad lo que usted pretende es ser campeón@ (entendiendo por ello no necesariamente campeón@ deportiv@, sino cualquier tipo de conquista de una meta propuesta, por ejemplo la curación de una enfermedad o un éxito profesional) deberá prepararse para instalar en su mente una cultura de trabajo o, lo que es lo mismo, una cultura del aprendizaje permanente y sin límite; una operativa del esfuerzo superior a cualquier tipo de adversario; una disposición a recorrer el kilómetro extra que empieza donde todos los caminos habituales ya han terminado. Eso le hará diferente de los demás, que es lo que es un campeón@. ¿Se atreve?
Son opciones personales. La mayor parte de la gente prefiere una vida gris de trabajo mínimo y regular, en el absoluto anonimato, a cambio de tranquilidad y seguridad (y aburrimiento y sensación de inutilidad). La felicidad, consideran muchos, consiste en una vida sin acontecimientos excesivos. Pero si usted es de los que creen que la vida hay que vivirla con todas sus consecuencias; si a usted le gusta la acción, el desarrollo personal y el ser útil a la comunidad a la que se pertenece es decir, si usted tiene madera de campeón@, prepárese para trabajar de verdad, para aprender más que los demás, para transpirar más que los demás.
Dicho todo esto, hay que asumir que el trabajo por sí mismo no lleva a ninguna parte. La energía debe canalizarse para que no se disperse. No basta con aprender y trabajar si no se sabe a dónde se va. Los esfuerzos tienen que obedecer a un plan previo que se ha construído y madurado en la mente, y que se sigue reforzando todos los días. Establecer este plan y soñarlo permanentemente, verlo en la mente todos los días y definir exactamente qué es lo que se quiere conquistar nos llevará a la victoria personal. Pensamiento + esfuerzo es la sencilla fórmula.
¿Le gustó este post? Charles Bennet le agradece su atención.
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