martes, 8 de mayo de 2012

CÓMO RECONOCER GENIOS





Puede que usted piense que la mayoría de sus conocidos son esencialmente tontos, y es posible que así sea. La verdad es que un grupo de forofos en un partido de fútbol o un grupo de señoras comentando las últimas novedades de la prensa del corazón no parecen brillar especialmente por su nivel intelectivo. ¡Penalty clarísimo, coño! ¿Has visto el modelito hortera de la Sara Ferguson?

Sin embargo, es posible que entre ellos haya más de un@ genio escondido. Los genios también tienen derecho a relajarse y a divertirse y a pasar desapercibidos. La cantidad de genios que existe hoy en día es muy superior a la de los tiempos pasados, donde sobresalían excesivamente porque el nivel educacional general era bajísimo. Además, al ser reconocid@ como tal, el genio era colocad@ inmediatamente sobre un pedestal mediático de la época y expuest@ a los cuatro vientos de la rosa.

Yo creo que un genio no es más que un personaje que practica excepcionalmente bien su profesión esto es, un campeón@. Desde una escritora a un físico, desde un pintor a una actriz, desde un@ deportista a un benefactor de la humanidad. ¿Cómo distinguirlos en el tumultuoso océano de la masa mediocre? Existen algunas claves (si se practica la observación), y quizás la más característica es que se trata de gente que intenta encontrar respuesta a los problemas por caminos diferentes. Variando el enfoque, pueden encontrarse nuevas soluciones. Hace años, formé parte de un jurado que debía premiar un cuento de Navidad. Recuerdo que pensé en la dificultad de escribir sobre algo tan trillado y que el relato resultara atractivo y original, y así lo confirmó el montón de cuentos que tuve que leer. Pero al final uno me llamó mucho la atención. Lo había escrito una chica de quince años. En una cabaña semiabandonada del bosque había una vieja carcasa de madera de lo que había sido una radio en el interior de la cual, en un rinconcito, una pequeña araña había tejido su tela y vivía tranquila capturando sus insectitos. Y una tarde que había estado nevando llegaba de repente una familia; encendían el fuego, decoraban un árbol, asaban un pavo, cantaban canciones, se abrazaban y besaban; todo ello con la arañita de diminuto testigo... Finalmente resultó el cuento ganador, y todo el jurado estuvo de acuerdo en la originalidad del punto de vista del viejo tema.

Los genios discretos son personas productivas, relacionan fácilmente conocimiento con datos, suelen hacer visibles sus pensamientos, están listas para sacarle partido al azar y piensan metafóricamente. Pueden tolerar la crítica y el pensamiento opuesto. No creen en la inspiración pero sí en la intuición: han aprendido a conectar la mente con algún nivel superior. En el caso de los niños, los signos de probable genialidad están mucho más acotados porque son muy visibles:
aprenden a leer a edad muy temprana, tienen una memoria sobresaliente, preguntan todo el tiempo y poseen una sorprendente conciencia y preocupación sobre acontecimientos de orden mundial. Cuando juegan con los otros niños rehusan dirigir, aunque suelen proponer.

De las personas de esta características se puede aprender mucho. Siempre acabamos teniendo algunas cerca de nosotros. Hay que tener los ojos bien abiertos porque, cuanto más genial es la persona, menos cuenta se da de su propia genialidad, así que no es por la promoción ni por el autobombo que las vamos a descubrir. Son modelos de comportamiento útiles para nosotros mismos, pero también y muy especialmente a la hora de señalar sus performances a nuestros hijos.






















¿Le resultó útil este post?  ¿Alguna vivencia personal? Charles estará feliz de recibir sus comentarios. Gracias.




















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