lunes, 9 de abril de 2012

EN REALIDAD, LA AUTOEDUCACIÓN ES LA ÚNICA EDUCACIÓN QUE EXISTE







Claro que siempre vamos a necesitar a alguien o algo que nos oriente. Pero cada día está más claro que el aprendizaje es una cuestión estrictamente personal.

Yo no puedo metértelo en la cabeza. Tienes que ser tú mism@. Por eso es imprescindible que tú quieras aprender. Por eso es imprescindible que seas tú quien haga el trabajo.

Hasta hace relativamente poco, los profesores eran unos discurseros ilustrados cuya función consistía en relatar sus muchos conocimientos a un grupo de alumnos a los que se suponía interesados en el tema que se impartía. De hecho, en muchas universidades actuales todavía funciona así, sobretodo en las de países con pocos recursos. Antiguamente en las escuelas (especialmente las religiosas) había existido una calificación llamada aplicación -palabra que no tenía el mismo sentido que tiene hoy-, que valoraba el grado de atención y esmero que el alumn@ ponía en el discurso del ilustrador@. Vivir para ver.

En la civilización digital, el nivel de multidisciplinariedad y el caudal colosal de información y datos son imposiblemente discursibles porque los medios son tantos, y los mensajes tan cuántos, que sólo queda tratar con tendencias que nadie concreto puede controlar, que fluyen y se entremezclan y evolucionan y explotan o se colapsan para que surjan otras nuevas y así sucesivamente. En medio de todo esto está el alumn@ que tiene que filtrar para poder encontrar, interpretar y después digerir una información segmentada y poliédrica que le llega por toda clase de canales. Cuando es posible, un instructor@ monitoriza todo esto y estimula al alumn@ a verbalizar el conocimiento adquirido. ¿Cómo?

¿Qué vamos a enseñarles? ¿A memorizar? Tenemos que enseñar a los alumnos a pensar, a ser investigadores, a preguntarse por qué, a estimular su pensamiento creativo para formar innovadores, solucionadores de problemas, buscadores de nueva información. Y esto se hace con activación: escuchar mejor que leer; escribir mejor que escuchar; hablar mejor que escribir; enseñar mejor que hablar: tener que explicar a alguien el resultado de lo que se ha investigado es la forma suprema de aprender, porque hay que ordenar las ideas y extenderlas; hacerlas explícitas y transformarlas a lenguaje para comunicarlo a los demás. Un ejercicio mental completo. Aprender es trabajar.

El trabajo en grupo es definitivamente la sublimación de este aprendizaje, donde el resultado de la búsqueda realizada por un@ mism@ es relatado y confrontado con otros que también aprenden, que hacen preguntas, que observan desde cualquier otro punto de vista y que aportan en positivo, en negativo o en neutro. El monitor@ es el moderador@.





Mamá, luego hablamos, estoy trabajando.











LINK:  www.scoop.it



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