Siempre me preguntan cuál sería, a partir de mi experiencia profesional, la receta del éxito. Entonces me siento como una cocinera a la que le preguntan cuál es el secreto de su arroz a la marinera. No tengo inconveniente en decirlo; la cuestión es que no hay una receta sino muchas, y que podríamos decir que casi cada vez es diferente. Hay muchos ingredientes que deben combinarse con inteligencia. Pero hay unos principios básicos.
Visto como espectador, el éxito parece siempre una asunto de fortuna: bueno, ha habido suerte, porque si no hubiera sido por esto o hubiese ocurrido lo otro, a lo mejor.... Pues el triunfo nunca es una cuestión de suerte aunque parezca mentira, sino de una estrategia y de un trabajo constante y bien planificado;
así que de cualquiera que llegue a una cumbre, se puede asegurar que se lo ha currado. No hay magia.
Cuando se habla de ganadores -o de campeones- la gente suele contemplar únicamente el plano deportivo; déjenme decirles que en la vida es un campeón@ quien alcanza el objetivo que se ha marcado. Desde este punto de vista, hay infinidad de terrenos en los que ser campeón@ tiene una dimensión quizá menos gloriosa que en el deporte pero sí más enriquecedora y benéfica, muy útil a nivel individual de persona y también a la sociedad a la que se pertenece, más allá del deporte entendido como entretenimiento. Ser campeón@ significa tener espíritu ganador, que es una de las cosas más útiles que uno puede regalarse a sí mism@ y regalarle a sus hijos.
Para las filosofías orientales, en general, la fórmula del éxito ha sido la mentalización: la meditación y la oración tántrica destinadas a progresar y alcanzar objetivos espirituales o materiales (filosofía soñadora)
Para las filosofías occidentales, en general, la fórmula ha consistido en el trabajo duro, la analítica, la estrategia, la planificación, la competitividad, conceptos que en teoría tienen que materializar una realidad más próspera (filosofía trabajadora)
La fórmula del éxito, si es que tal cosa existe, creo que tendría que ser global:
DE NOCHE SUEÑAS LO QUE QUIERES SER (filosofía soñadora)
DE DÍA TRABAJAS PARA SERLO (filosofía trabajadora)
Yo creo que para que funcione el mecanismo hay que aplicar ambas cosas a la vez porque:
SI SÓLO SUEÑAS, SERÁS UN SOÑADOR@
SI SÓLO TRABAJAS SERÁS UN TRABAJADOR@
Y ni los soñadores ni los trabajadores acostumbran a conseguir nada. Tienes que ser un soñador@ trabajador@ o un trabajador@ soñador@ para llegar donde te propones. Así es la cosa. Nadie dijo que fuera fácil.
¿Le gustó este post? Charles Bennet contestará con mucho gusto cualquier pregunta. Gracias.
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