Esta rara capacidad de la mente humana para a veces percibir y entender de forma clara e instantánea una idea o verdad o prever un incidente o hecho futuro sin proceso alguno de razonamiento la conoce todo el mundo, aunque pocos la admiten como herramienta seria de trabajo, otros la reconocen pero como poco fiable y otros niegan incluso su existencia real.
Hay quien piensa que, del mismo modo que un cardumen de peces actúa con conciencia colectiva y reacciona como un todo compacto a estímulos externos, la especie humana puede disponer de una conexión con una especie de conciencia universal sabia que acumula conocimientos grupales, culturales, experiencias y acontecimientos históricos, a la que se accedería a través del plano subconsciente de la mente o pensamiento disociativo: habitualmente de modo involuntario (pienso de repente en una persona que no he visto en mucho tiempo y al poco me encuentro con ella), y voluntariamente a través de los métodos conocidos de acceso al subconsciente como el ensimismamiento, la meditación, el duerme-vela o el hipnotismo. O quizá la mera identidad individual sea un acumulador genético formado a partir de entornos culturales colectivos como una nación, del que se pueden extraer mentalizaciones con información y datos. O quizá los signos semióticos de segundo plano hayan formado un fondo que extrapola los bits de información y emite de vez en cuando inesperadas conclusiones. O quizá una combinación de todas esta posibilidades.
El plano consciente del entendimiento, por sí solo, no tiene capacidad para comprender muchos conceptos trascendentales: la existencia de Dios, el sentido del universo, la extrema fragilidad del ser, la vida después de la muerte... y se queda perplejo ante ellos. Pero luego surgen, de las profundidades subconscientes e inconscientes, pensamientos completamente formados que dan respuestas totalmente por el exterior de la razón, a veces muy claras e iluminadoras, no demostrables, pero que para la mente que los recibe son la expresión de la verdad absoluta sin que pueda explicarse por qué. La innata capacidad de distinguir el bien del mal, sin ir más lejos. El caso es que, sin que medie forma alguna de razón o lógica, la mente es penetrada por un suministro de información sorprendente, rápido y eficaz.
Otras veces el sistema no opera. Sea como fuere, la intuición es un músculo más de la mente y como tal puede ejercitarse y desarrollarse, y así lo hará el campeón@ como parte de su training mental. La intuición puede ser educada y sistematizada (si bien como en todo lo humano no puede garantizarse un funcionamiento sin fallos) potenciándola de manera que se sinergie con el resto de las funciones mentales.
Muchas de las grandes jugadas de los campeones son puramente intuitivas, como dictadas por un ente superior que de repente asume el mando de los controles. O cuando un compositor@, un escritor@ o un científic@ son penetrados súbitamente por una inspiración superior que parece que les ordene actuaciones extemporáneas, y al final su mente consciente y analítica contempla el resultado con una mezcla de satisfacción y asombro.
Navegando en alta mar un verano en su velero de doce metros, con brisa suave y el mar como un espejo, un tal R..., que estaba medio adormilado en la cabina, sintió de repente la urgente necesidad de subir a cubierta. Echó una mirada circular y quedó pasmado. A unos cien metros por la proa había una persona nadando que le hacía señales.
Cuando llegó hasta ella y la sacó del agua, se dió cuenta que estaba al límite de sus fuerzas. "Sabía que vendrías" susurró ella sonriéndole, y luego se desmayó. Era una suicida (arrepentida) que cuatro horas antes se había tirado al agua desde la cubierta de un crucero. R... la recuperó, la cuidó, la escuchó cuando ella llorando le explicó por qué había intentado suicidarse y ocho días después, ya en tierra, la llevó al hospital para que la examinaran. La chica estaba fresca como una rosa y parecía más feliz que nunca. Un año más tarde estos dos se casaron. Y en el futuro siempre se reirían cuando alguien, inopinadamente, preguntara:
-Y ustedes dos, ¿cómo se conocieron?
Aportaciones sobre fenomenología de la intuición serán agradecidas por Charles Bennet.
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