jueves, 12 de abril de 2012

EL ÉXITO NUNCA ES GRATUITO







































Una cima jamás es alcanzada por casualidad. Cuando alguien pretende alcanzar una cota de cierta relevancia, debe estar dispuest@ a pagar un precio.

El precio natural es el trabajo, el esfuerzo, el sacrificio. El precio es mantener la fe, mantener la voluntad, crear espacio, alargarse en el tiempo. Pero muchas veces hay que pagar, además, peajes. Los ciudadanos de las civilizaciones de la antigüedad lo sabían y, en aras de la prosperidad, de la fecundidad y de la fortuna ofrecían a los dioses permanentes sacrificios de animales e incluso de humanos, peajes a menudo de una crueldad que hoy en día nos parece monstruosa.

Es bien sabido popularmente que el camino hacia el éxito está sembrado de espinas. Dificultades de todo tipo y hasta un rosario de pequeños incidentes fortuitos y estúpidos aparecen sin razón (y a veces en grupos) diseminados por la trayectoria hacia la meta, actuando como handicaps que podrían parecer diseñados para desalentar al espíritu ganador o a verificar su temple. Son peajes. Bien: si de verdad se trata de un ganador@, no sólo no desistirá en su empeño sino que verá una oportunidad de capturar la energía negativa que emiten y, aprovechando su inercia, convertirla a positiva descaradamente, transformándola en una munición potente para reforzar la causa que posteriormente ha de producir el efecto deseado.

Resolver con energía y buen humor obstáculos grandes y pequeños, tanto lógicos como absurdos, es otro gran factor generador de esa energía de la que hablamos, que es tan estupenda y que se llama suerte.










¿Le gustó este post? ¿Tiene preguntas o vivencias personales? Charles bennet contestará personalmente y con mucho gusto.



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