miércoles, 20 de junio de 2012

UNA NUEVA FORMA DE PENSAR








                       (a la luz de los más recientes descubrimientos de la neurociencia)



¿Usted cree que un tenista piensa racionalmente lo que hace cuando le viene la pelota que saca el contrario a doscientos por hora y que sopesa y decide los movimientos que debe hacer para golpearla con la raqueta y colocarla lejos de su alcance? ¿Usted cree que el tenista recuerda conscientemente en aquel momento todo lo que le han enseñado los entrenadores durante su carrera profesional: mira la pelota, flexiona las rodillas, gira el tronco pero no el cuerpo, echa la raqueta hacia atrás, haz que tu brazo y la raqueta formen una unidad compacta, golpea la pelota en el punto más alto después del bote... y un millón de cosas más?

Claro que no. La cosa no funciona así. El tenista se coloca en posición y dispone su mente a un nivel automático de actuación (que provisionalmente llamaremos sofrónico) que es el que va a ordenar, en milésimas de segundo, el movimiento de ejecución específico más correcto posible. Llega la pelota como una exhalación y el tenista la golpea con fuerza y la manda a un lugar imposible de alcanzar por el adversario. Todo ha pasado en menos de un segundo. ¿Dónde estaba la mente del tenista durante la acción? ¿En qué nivel de la mente se hallaba su consciencia? ¿Dónde está este nivel? ¿Cómo se accede a él? ¿Cómo se ha formado?

El hipocampo es un lugar del cerebro, contenido en el sistema límbico, donde aparentemente se procesa y almacena información puntual relativa a una actividad concreta, como aprender a hablar y escribir un idioma, jugar al tennis o cartografiar las calles de una ciudad. Con el uso -la ejercitación- frecuente las neuronas relacionadas con este tipo concreto de conocimiento refuerzan y multiplican sus interconexiones de tal manera que llegan a formar un auténtico bulto. Y así, de esta zona, llega un día que la mente accede a la información específica y da las órdenes de ejecución de forma correcta, automática e instantánea cuando es necesario. Se ha creado en el cerebro una área de habilidad.

El hipocampo es terreno de aprendizaje. Retiene toda información que se le suministre, que guarda en un archivo de memoria episódica a corto plazo (dos años). Si el mensaje guardado es además emocional (eufórico o traumático) el archivo memorístico pasa a ser de largo plazo (indefinido). Si a este nivel se le suministra regularmente una misma información codificada por el pensamiento de forma redundante y siempre igual; si a este nivel se le envían mensajes específicos y repetitivos para la consecución de objetivos precisos, el hipocampo acabará creando un sector especial o bulto para este proyecto concreto e inducirá los actos del sujeto en esa dirección.

Sabiendo esto, estamos inaugurando una nueva forma de pensar y de ver las cosas. Decidimos sobretodo programar nosostros mismos la propia mente (y evitar en lo posible que nos la programen otras personas o los medios de comunicación masivos). Se trata simplemente de saber dónde vamos y por qué, es decir: ser dueños del propio destino. Y crear entonces un programa mental puntual que nos conduzca inexorablemente y de forma automática (tal como el tenista golpea la pelota) a las metas que nos hemos propuesto. Así se empieza a construir una mentalidad ganadora global, que es la que acaba obteniendo lo que desea.











La vida es un partido de tenis. Y puedes ganarlo.























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