lunes, 11 de junio de 2012

MANTENER EL PROYECTO EN LA MENTE







Tener un proyecto es tener un motivo para vivir. Tener muchos proyectos es tener muchos motivos para vivir. Tener un hij@, ganar una oposición, ir a vivir al campo, encontrar trabajo, producir una película, redactar una tesis, conocer Brasil, montar una tienda, superar una enfermedad, escribir un libro, viajar con los nietos, comprarse un barco, aprender inglés, casarse, pueden ser proyectos. Una mente ganadora está siempre llena de proyectos grandes y pequeños. No hay límite de edad. Los proyectos generan entusiasmo y el entusiasmo genera felicidad. Nada hay de tan motivante como mantener diariamente en la mente la idea de una futura realización y compartirla con alguien querid@ y solidari@.

Los proyectos suelen conformarse en la mente de golpe, muchas veces por una asociación súbita con algo o alguien que lo sugiere. Entonces se despierta el interés y la motivación empieza a elaborar un borroso esquema de lo que se puede llegar a pretender. Este procedimiento semiautomático es desde luego más operativo que sentarse a pensar, desde un papel o una pantalla de ordenador en blanco, qué hacer con los próximos futuros que se van avecinando. En la primera aparición del objetivo en la mente puede parecer excesivo o inalcanzable, pero su progresiva instalación en el subconsciente lo incorporará y asumirá hasta llegar al glorioso ¿por qué no? que es la madre de todas las iniciativas.

Posteriormente el proyecto se irá elaborando y detallando, pero es importante que la mente lo conserve en forma visual y lo aflore cada vez que la realidad tiende a hacerlo regresar a la crudeza del día a día, a las noticias negativas que llegan de todos los lados, a la mediocridad en la que se mueve el mundo de hoy, a los innumerables perdedores que desaconsejan la realización de tales propósitos.

Por consiguiente es preferible que la estructura del proyecto sea conocida por el menor número de personas ajenas a él, y en cualquier caso nunca en los detalles. El anuncio y publicitación a bombo y platillo de un proyecto antes de haberse comenzado o incluso ya en fase de realización es una profecía que tiende a abortarlo o modificar el resultado negativamente. El proyecto es, en su fase inicial, un bello e indefenso bebé desnudito y no puede exponerse a las turbulencias de las envidias o de la competición. Un proyecto es, mientras se elabora, una fuente mayor de energías positivas y de entusiasmo y un refugio para la mente en los momentos de desánimo y de conflicto es decir,  para cuando las cosas van mal. Refugiarse en la emoción positiva que emana de la ilusión de lo que está por construirse serena los ánimos y evade emocionalmente el espíritu, ampliando la perspectiva de los juicios y las evaluaciones sobre las cosas. ¿Cómo será el caldo? ¿Cuáles los ingredientes? ¿Cuál es el resultado exacto que desea obtener? Los problemas se diluyen ante esta concentración persistente.

El proyecto cocinado lentamente en la mente olerá cada vez mejor. Y sí lo vamos probando veremos que...hummm, riquísimo, ¿se podría mejorar esto o aquello?. ¿Cómo lo han hecho otros campeones? Pero incluso un proyecto magníficamente elaborado con el pensamiento, colgado en la mente como un cuadro para poderlo visualizar todos los días es, aunque jamás lleguara a realizarse, una maravillosa localidad mental, un verdadero oasis donde la mente, envuelta en ilusiones, se relaja con extrema facilidad. Un proyecto nuestro es un hijo de nuestra mente y si lo cuidamos con cariño un día será mayor. Podemos vivir en su casa mental mientras se desarrolla. Seremos más que bienvenidos.

Quien tiene un proyecto tiene la vida. Tiene un secreto, tiene un milagro.













¿Le gustó este post? Charles Bennet le respoderá con mucho gusto todo tipo de preguntas al respecto de este tema.



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