domingo, 5 de junio de 2011

UNA MENTE CONTRA EL ALZHEIMER



















De un modo similar a la lenta desconexión de las funciones cognitivas del computador HAL que efectúa Dave, el piloto de la astronave de la película 2001 Una Odisea Espacial, el cerebro humano puede, generalmente a partir de los sesenta años, empezar a sufrir lentas desconexiones que vienen dadas por la formación de masas anormales llamadas placas amiloideas o bultos retorcidos de fibras.
Es como si las extensas y complicadísimas redes neuronales se fueran enredando en algunas zonas formando ovillos o nudos neurofibrilares perdiéndose así una gran cantidad de conexiones que dejarían de funcionar o que harían que la información no circulara y se retorciera sobre ella misma.

Aunque se desconoce el origen exacto de esta enfermedad descubierta por el Dr. Alzheimer en 1906, se sabe que puede deberse a causas genéticas y también a una nutrición deficiente, entre otras. Y también queda claro algo muy importante: en el cerebro, como en tantas áreas del comportamiento humano, lo que se usa se desarrolla y lo que no se usa se pierde.

En el caso del Alzheimer la prevención de la enfermedad es una de las claves. La actuación de la mente y de su instrumento el pensamiento es decisiva para ejercitar el complejo neuronal del cerebro de forma que las posibilidades de contraer Alzheimer se reduzcan o retrasen de manera importante. Sea la actividad profesional, los juegos de inteligencia tipo ajedrez, la relación e interacción social con familia y amigos, mantener el cerebro activado, parece que impiden hasta donde es posible el desarrollo de estos nudos neurofibrilares que colapsan la circulación de la información con el hipocampo, produciéndose progresivamente pérdidas de memoria, dificultades de lenguaje y comportamientos impredecibles.

El mejor de los ejercicios mentales es la confección de un proyecto ilusionante. Puede ser cualquier cosa: desde aprender un idioma hasta comprarse una casa; desde escribir un libro hasta empezar a practicar Tai-chi; desde estudiar la doctrina comparada de las distintas religiones hasta hacer un viaje o jugar a cartas con los amigos una vez por semana, o montar una tienda o participar en un campeonato de petanca. Mantener la mente activa es fácil si se dispone de una emoción inicial que la arrastre hacia una actividad entusiasta. Y, desde luego, algo tan fácil como leer. Leer obliga al cerebro, al contrario de la televisión, a interpretar los signos gráficos que son las palabras escritas y traducirlas a paradigmas conceptuales y visuales, asimilando el significado y visualizando en la mente lo descrito en el texto. Un fantástico ejercicio.

 Pensar. Aprender a reflexionar. Implementar series de ejercicios de pensamiento sistemático que, como el aparato de un gimnasio para el músculo, conseguirán reforzar y agilizar este fenomenal músculo que es la mente, que tan infrautilizado tenemos.

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