"En un pueblecito cerca de la ciudad de Pimprichinchwad del Estado de Maharashtra, en la India, vivía Rabindranath Vivekananda, vendedor de sombreros. Elegía un árbol frondoso en el que recostarse y quedar al abrigo del sol, colocaba una esterilla en el suelo y extendía sobre ella una colección de diez sombreros distintos.
Un día se quedó dormido y, al despertarse, descubrió que sobre el tronco casi horizontal de un árbol vecino diez monos le observaban portando cada uno de ellos uno de sus sombreros en la cabeza. La ruina. Enfurecido, agarró su propio sombrero y lo arrojó con fuerza al suelo. Los monos le imitaron. Cada uno de ellos se sacó el sombrero y lo arrojó contra el suelo. Entonces Rabindranath los recogió todos, los metió en su saco y se fue.
Cuarenta años más tarde el nieto de Rabindranath, Chandra, también era vendedor de sombreros. Un día caluroso, a la hora de la siesta, se quedó dormido bajo el árbol. Cuando despertó diez monos se encontraban ya sobre la rama del árbol vecino, cada uno con un sombrero en la cabeza. Ja. Él ya sabía de qué iba eso.
Se sacó su propio sombrero y lo arrojó al suelo. Los monos no se movieron. Sorprendido, Chandra se volvió a colocar el sombrero en la cabeza y esta vez, con un gran movimiento ampuloso, se lo sacó arrojándolo con fuerza al suelo. Los monos no se movieron. Volvió a probar. Nada. Desesperado se lo ponía, se lo sacaba, lo arrojaba contra el suelo, una, cinco, catorce veces. Los monos no se movían. Finalmente se sentó en el suelo, rendido, y empezó a gimotear. Entonces uno de los monos bajó del árbol, le puso una mano en el hombro y mirándole a los ojos dijo:
-¿Qué pasa amigo? ¿Crees que sólo tú has tenido abuelo?"
REFLEXIONES
Con el tiempo tu experiencia puede haber aumentado, pero la de los demás, también.
El valor de la experiencia es inversamente proporcional a la velocidad con la que los tiempos cambian.
La experiencia es buena cuando ha podido ser readaptada.
Un día se quedó dormido y, al despertarse, descubrió que sobre el tronco casi horizontal de un árbol vecino diez monos le observaban portando cada uno de ellos uno de sus sombreros en la cabeza. La ruina. Enfurecido, agarró su propio sombrero y lo arrojó con fuerza al suelo. Los monos le imitaron. Cada uno de ellos se sacó el sombrero y lo arrojó contra el suelo. Entonces Rabindranath los recogió todos, los metió en su saco y se fue.
Cuarenta años más tarde el nieto de Rabindranath, Chandra, también era vendedor de sombreros. Un día caluroso, a la hora de la siesta, se quedó dormido bajo el árbol. Cuando despertó diez monos se encontraban ya sobre la rama del árbol vecino, cada uno con un sombrero en la cabeza. Ja. Él ya sabía de qué iba eso.
Se sacó su propio sombrero y lo arrojó al suelo. Los monos no se movieron. Sorprendido, Chandra se volvió a colocar el sombrero en la cabeza y esta vez, con un gran movimiento ampuloso, se lo sacó arrojándolo con fuerza al suelo. Los monos no se movieron. Volvió a probar. Nada. Desesperado se lo ponía, se lo sacaba, lo arrojaba contra el suelo, una, cinco, catorce veces. Los monos no se movían. Finalmente se sentó en el suelo, rendido, y empezó a gimotear. Entonces uno de los monos bajó del árbol, le puso una mano en el hombro y mirándole a los ojos dijo:
-¿Qué pasa amigo? ¿Crees que sólo tú has tenido abuelo?"
REFLEXIONES
Con el tiempo tu experiencia puede haber aumentado, pero la de los demás, también.
El valor de la experiencia es inversamente proporcional a la velocidad con la que los tiempos cambian.
La experiencia es buena cuando ha podido ser readaptada.
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