AMPLIANDO LA RED NEURONAL DE UN NIÑ@
Supongo que todo el conocimiento nuevo que están generando las neurociencias convendría aplicarlo fundamentalmente a la educación, pero no parece que esté siendo así. Y sin embargo cada vez queda más claro que las capacidades afectivas e intelectivas son educables, que los talentos son potenciables, que la red neuronal del niñ@ es desarrollable como un músculo. Cada uno debería preocuparse de aprender a automotivarse o a alcanzar objetivos, pero más aún debiera preocuparle que lo aprendieran sus hijos, que son quienes van a tener que tratar con una sociedad futura seguramente más compleja que la de hoy.
Entre los descubrimientos de las neurociencias actuales hay uno sorprendente que, de tan simple, cuesta un poco de entender:
la secuencia electroquímica que tiene lugar en el cerebro para ordenar una acción (es decir, la circulación de esa información), es la misma tanto si una acción es real como si es simulada. Tanto si la acción se ejecuta como si se imagina. Detengámonos un momento a considerar algunas consecuencias que alberga este hecho. Por tanto:
1. Toda simulación entraña aprendizaje (sin peligros)
2. Todo lo imaginado (bueno, pero también malo) significa disfrutar o sufrir
3. Todo lo proyectado en la mente es un ensayo general de una supuesta actuación real definitiva
Desarrollar en un niñ@ la llamada inteligencia generadora (la que conformará el carácter y las actitudes) sería la simulación primordial, y todo ello es posible sobre la base educativa del juego o simulación pedagógica donde el enseñante y el enseñado adoptan papeles o roles distintos en un juego programado a tal fin y cuyo contenido exista en la vida real, que tenga un sentido solidario o de aportación a la colectividad si es posible, etc. (Y por cierto: repasar el contenido de los cuentos de niños más famosos donde habitualmente se roba y se mata; donde los malos son dragones y ogros tremendos y brujas malignas que ponen niños a engordar en jaulas para después comérselos, donde se ordenan envenenamientos con manzanas empozoñadas o Anton Pirulero mete a su mujer en un saco y la lleva a moler, es algo que pone los pelos de punta no sólo a un educador consciente sino a cualquier persona con dos dedos de frente)
Todos los niños quieren jugar. Pero desde el punto de la neurociencia lo importante es la actuación imaginativa del niñ@ cuando teatraliza la acción, porque en este "role-playing" repetido se añaden y refuerzan las conexiones nuevas en la red interneuronal, ayudándole así a construir personalidad e inteligencia generadora en su inconsciente, que es una grabadora con una cinta todavía virgen.
Supongo que todo el conocimiento nuevo que están generando las neurociencias convendría aplicarlo fundamentalmente a la educación, pero no parece que esté siendo así. Y sin embargo cada vez queda más claro que las capacidades afectivas e intelectivas son educables, que los talentos son potenciables, que la red neuronal del niñ@ es desarrollable como un músculo. Cada uno debería preocuparse de aprender a automotivarse o a alcanzar objetivos, pero más aún debiera preocuparle que lo aprendieran sus hijos, que son quienes van a tener que tratar con una sociedad futura seguramente más compleja que la de hoy.
Entre los descubrimientos de las neurociencias actuales hay uno sorprendente que, de tan simple, cuesta un poco de entender:
la secuencia electroquímica que tiene lugar en el cerebro para ordenar una acción (es decir, la circulación de esa información), es la misma tanto si una acción es real como si es simulada. Tanto si la acción se ejecuta como si se imagina. Detengámonos un momento a considerar algunas consecuencias que alberga este hecho. Por tanto:
1. Toda simulación entraña aprendizaje (sin peligros)
2. Todo lo imaginado (bueno, pero también malo) significa disfrutar o sufrir
3. Todo lo proyectado en la mente es un ensayo general de una supuesta actuación real definitiva
Desarrollar en un niñ@ la llamada inteligencia generadora (la que conformará el carácter y las actitudes) sería la simulación primordial, y todo ello es posible sobre la base educativa del juego o simulación pedagógica donde el enseñante y el enseñado adoptan papeles o roles distintos en un juego programado a tal fin y cuyo contenido exista en la vida real, que tenga un sentido solidario o de aportación a la colectividad si es posible, etc. (Y por cierto: repasar el contenido de los cuentos de niños más famosos donde habitualmente se roba y se mata; donde los malos son dragones y ogros tremendos y brujas malignas que ponen niños a engordar en jaulas para después comérselos, donde se ordenan envenenamientos con manzanas empozoñadas o Anton Pirulero mete a su mujer en un saco y la lleva a moler, es algo que pone los pelos de punta no sólo a un educador consciente sino a cualquier persona con dos dedos de frente)
Todos los niños quieren jugar. Pero desde el punto de la neurociencia lo importante es la actuación imaginativa del niñ@ cuando teatraliza la acción, porque en este "role-playing" repetido se añaden y refuerzan las conexiones nuevas en la red interneuronal, ayudándole así a construir personalidad e inteligencia generadora en su inconsciente, que es una grabadora con una cinta todavía virgen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario