Cuando alguien ya está relajado; cuando ya ha soñado la meta que quiere alcanzar y cómo llegar hasta ella; cuando ha reflexionado e implementado en su mente la secuencia de este éxito y llegado a un estado de augusta serenidad, es el momento de la acción.
Para la acción, tanto si vas a hacer el amor o a escalar una montaña, se necesita estrés positivo. Es una magnífica tensión que pone en alerta los sentidos y derrama la justa adrenalina y otras magníficas substancias por la red interneuronal e infiere la concentración y da ganas enormes de -simplemente- empezar. Todo lo contrario del estrés negativo (miedo, ansiedad, inseguridad, agobio) que lanza a la red substancias inhibidoras de la correcta circulación de la información. El pensamiento negativo generado da ganas de posponer la acción, de ir a casa, de encontrar excusas para autojustificarse, de terminar con el sufrimiento que causa la tensión negativa. Miedo a los obstáculos, miedo al fracaso. Y, si a pesar de todo se empieza, el resultado es fácil de predecir.
El pensamiento negativo causante del estrés negativo es muy perjudicial para la salud: el hecho es bien conocido. Pero no es tan conocido el por qué. El estrés negativo, entre otras, inhibe el funcionamiento estructural del sistema inmunológico del ser humano y causa a la larga enfermedades de todas clases. El estrés positivo, el originado por el convencimiento del "sí, puedo" (que es el resultado encapsulado de haber secuenciado en la mente el camino hacia el logro), refuerza el sistema inmunológico convirtiéndolo en un defensor formidable de los intentos de penetración de los males físicos.
¿Han visto a un atleta dando saltos excitados antes de la carrera y luego colocándose el primero en la línea de salida? ¿Han visto a un tenista dirigirse corriendo a su lado de la pista mientras su oponente camina lentamente hacia el suyo? ¿Han visto a un actor entre bastidores esperando en tensión el momento de entrar en el escenario? Se mueren de ganas de pasar a la acción. Porque saben lo que van a hacer. Porque saben que van a ganar. Y es esta actitud tan extremamente positiva la que conduce a hallarse siempre un instante por delante de los acontecimientos o de los demás: ese secreto maravilloso llamado anticipación. Da lo mismo la clase de proyecto que se esté gestionando. El estrés positivo hace controlar la vida, hace controlar el destino. La buena suerte no es mucho más que eso. La suerte, en términos generales, no existe. Es lo primero que hay que aceptar, y actuar en consecuencia, si se quiere tener una mentalidad ganadora y ganar, vivir.
Para la acción, tanto si vas a hacer el amor o a escalar una montaña, se necesita estrés positivo. Es una magnífica tensión que pone en alerta los sentidos y derrama la justa adrenalina y otras magníficas substancias por la red interneuronal e infiere la concentración y da ganas enormes de -simplemente- empezar. Todo lo contrario del estrés negativo (miedo, ansiedad, inseguridad, agobio) que lanza a la red substancias inhibidoras de la correcta circulación de la información. El pensamiento negativo generado da ganas de posponer la acción, de ir a casa, de encontrar excusas para autojustificarse, de terminar con el sufrimiento que causa la tensión negativa. Miedo a los obstáculos, miedo al fracaso. Y, si a pesar de todo se empieza, el resultado es fácil de predecir.
El pensamiento negativo causante del estrés negativo es muy perjudicial para la salud: el hecho es bien conocido. Pero no es tan conocido el por qué. El estrés negativo, entre otras, inhibe el funcionamiento estructural del sistema inmunológico del ser humano y causa a la larga enfermedades de todas clases. El estrés positivo, el originado por el convencimiento del "sí, puedo" (que es el resultado encapsulado de haber secuenciado en la mente el camino hacia el logro), refuerza el sistema inmunológico convirtiéndolo en un defensor formidable de los intentos de penetración de los males físicos.
¿Han visto a un atleta dando saltos excitados antes de la carrera y luego colocándose el primero en la línea de salida? ¿Han visto a un tenista dirigirse corriendo a su lado de la pista mientras su oponente camina lentamente hacia el suyo? ¿Han visto a un actor entre bastidores esperando en tensión el momento de entrar en el escenario? Se mueren de ganas de pasar a la acción. Porque saben lo que van a hacer. Porque saben que van a ganar. Y es esta actitud tan extremamente positiva la que conduce a hallarse siempre un instante por delante de los acontecimientos o de los demás: ese secreto maravilloso llamado anticipación. Da lo mismo la clase de proyecto que se esté gestionando. El estrés positivo hace controlar la vida, hace controlar el destino. La buena suerte no es mucho más que eso. La suerte, en términos generales, no existe. Es lo primero que hay que aceptar, y actuar en consecuencia, si se quiere tener una mentalidad ganadora y ganar, vivir.
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