martes, 18 de septiembre de 2012

TEORÍA DEL ESPEJO







"El sistema nervioso podía, por medio de peticiones constantes, establecer un patrón de conducta subconsciente capaz de alcanzar verdaderos milagros"

Entre sorprendidos y admirados, un conocido grupo de psiquiatras americanos emitía esta conclusión después de estudiar exhaustivamente los mecanismos mentales de la meditación trascendental y de las técnicas tántricas de concentración e interiorización utilizadas por yoguis y gurús orientales de diversas filosofías y credos: budismo, hinduismo, zen...  "La aplicación de estas técnicas de entrenamiento mental no tiene por qué suponer la afiliación a ninguna religión para que resulten útiles", era su siguiente reflexión. Todo dependía de uno mismo.

Efectivamente existen numerosos sistemas para acceder a la mente subconsciente, que es la que construye los automatismos que acaban formando la personalidad. El descubrimiento de que es moldeable por el propio sujeto (o si se quiere por otro al que podemos llamar consultor, psicólogo, psiquiatra, maestro, gurú o coach) abre una ventana de posibilidades infinitas a la formación de patrones de conducta que conduzcan a objetivos éticos o épicos deseados por nosotros, pasando así a ser dueños de nuestra mente y su desarrollo.

Estas técnicas son utilizadas hoy día por muchos deportistas, especialmente atletas. En ese importante momento anterior al inicio de la carrera, el corredor sitúa todos los músculos del cuerpo en estrés positivo y entra en concentración, es decir: se sumerje en el nivel subconsciente y visualiza la carrera tal y como quiere que transcurra. Diseña la carrera en el plano mental. Luego vuelve al nivel consciente y se coloca en la salida preparad@ para llevarla a la realidad en el plano físico.

Cada uno debe desarrollar su propio sistema de acceso al nivel subconsciente o músculo de la mente y programarse la acción. Un sistema nada litúrgico puede ser el método del espejo, de extenso uso entre campeones deportivos y artistas, y no menos entre ejecutivos y prefesionales de los negocios. El procedimiento es el siguiente: el sujeto se coloca ante un espejo (que siempre será el mismo y si puede ser a la misma hora) de un lugar tranquilo e íntimo. Se observa lentamente y de modo general y se relaja durante unos minutos. Luego se mira a los ojos durante unos minutos, sin apartar la mirada ni un instante, cada vez más profundamente. Se va interiorizando. Ha de tener un deseo, un objetivo, una meta que ha de existir en forma de concepto visual y ser sintetizado de forma sencilla y clara, quizá en una frase de pocas palabras. La formulación consta de dos secuencias: petición y afirmación.

En la fase de petición, siempre mirándose a los ojos y con el concepto visual en la mente, se le va repitiendo la frase en forma de ruego al nivel subconciente de la mente. La repetición debe ser lenta, rítmica y tántrica, sin más límite de tiempo que el que cada uno quiera asignarse. En la frase de afirmación, el sujeto regresa al nivel consciente. Sigue mirándose a los ojos y también de forma global a todo el cuerpo, mientras repite la frase en forma afirmativa, como si ya se hubiera conseguido el objetivo, sonriente, realizado. Las afirmaciones negativas deben ser evitadas, porque la mente subconsciente no las comprende y las transforma en positivas, y entonces se consigue precisamente lo que se estaba tratando de evitar. Quiero decir que si usted dicta una orden negativa como "no quiero imaginar un prado verde con vacas" su mente va a imaginar precisamente un prado verde con vacas. El subconsciente no entiende la forma negativa de las afirmaciones, que es un invento de la mente consciente

Hay más cosas. Si uno se mira fijamente a los ojos, ahora a un ojo, ahora a otro, este movimiento ocular repetido induce la sincronización (o armonización) de los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro. Al cabo de un rato de practicar se suele sentir la potencia del cerebro propio en todo su esplendor: se afirma la identidad, se reafirma la seguridad, fluyen iniciativas, ganas de hacer cosas, ilusión de diseñar proyectos y muchas sensaciones más. Practicarlo todos los días aumenta la percepción de ser dueñ@ de la mente.

También puede uno mirarse a los ojos profundamente, durante un tiempo, y preguntarse quién soy yo realmente; quién es este ser que me está mirando desde el otro lado del espejo. No siempre, pero a veces, inesperadamente, las respuestas que llegan a la mente pueden ser más que asombrosas.













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