lunes, 12 de diciembre de 2011

SUPERDOTADOS




No se sabe quién  inventó este término que muchos consideramos inadecuado, y no menos la mayoría de  personas consideradas como superdotadas. Pero de momento no se ha encontrado alternativa a la acepción, así que no vamos a tener más remedio que seguir usándola.

Hay una teoría que dice que la superdotación es genéticamente hereditaria. Es posible que sea cierta, pero como casi siempre sólo en parte, puesto que también el entorno mentalmente muy activo en el que crece un  hij@ de padre(s) superdotado(s) propicia el desarrollo temprano de la estructura neuronal y su red conectómica y hace que la capacidad intelectual del niñ@ y su posterior evolución sean mucho más rápidos. Hay que recordar que el cerebro infantil es un globo deshinchado en el que, cuanto antes se "pintan" los bits del conocimiento, más grande será la extensión del área destinada al procesado de datos en el futuro globo hinchado. Y es esto lo que ocurriría en mayor o menor grado en un hogar superdotado donde se maneja un gran volumen de información selecta, que los infantes absorven en sus cerebros hiperreceptivos. ¿Cómo se puede identificar a un niñ@ superdotad@?  Con la mera observación subjetiva es fácil reconocer un candidato@, porque son niños que suelen ser ingeniosos en sus planteamientos, hábiles con el lenguaje, creativos (en el sentido de inventar situaciones imaginarias o juegos), capaces de mantener la concentración y extremamente curiosos y perseverantes.

Hasta hace bien poco, existía un tipo de test lineal de inteligencia que evaluaba un llamado "coeficiente intelectual" cuya base normal era 100. Aunque el test intentaba valorar ciertos aspectos de la inteligencia como el razonamiento, la lógica, el cálculo y la abstracción, lo cierto es que el "descubrimiento" de la inteligencia múltiple ha dado al traste con tan elemental termómetro. En efecto, ¿y la inteligencia emocional? ¿y la inteligencia social? ¿musical? ¿intrapersonal? El antiguo test podía resultar orientativo, pero era demasiado tendencioso por cuanto premiaba excesivamente el cálculo matemático, que usaba también como soporte de una especie de razonamiento general en busca de exactitudes, es decir: se sería más inteligente cuanto más cerca se estuviera de un alto nivel de inteligencia computacional. Por otra parte, aplicar cuestionarios humanísticos e interpretativos a una inteligencia tan extremamente amplia conciencial y emotivamente como es la humana podía dar lugar a situaciones disparatadas, inevaluables o tan divertidas como el famoso test (del que no recuerdo el nombre) donde a una de las preguntas, que era "¿cuál es tu ave favorita?", un testado contestó "perdiz a la vinagreta".

Se ha seguido y sigue hasta cierto punto confundiendo la inteligencia con la capacidad de cálculo lógico, sean números, progresiones o figuras geométricas tridimensionales a encajar unas con otras (y,aunque hay que mencionar que los tests de valoración son cada día más ajustados a nuevos aspectos, la verdad es que siguen siendo incompletos; hay incluso muchos estudiosos del tema, entre los que me cuento yo, que siguen dudando de la eficacia de cualquier tipo de test), y así es que muchas veces pueden ustedes haber conocido a un profesor@ de física con un coeficiente intelectual de 150 que no sabía -como quien dice- atarse los cordones de los zapatos, o a una persona con un coeficiente intelectual de menos de 100 que hablaba cuatro idiomas porque era camarer@ en un bar turístico.

La lógica matemática es la menos específicamente humana. De poco le ha servido la lógica al género humano, que precisamente gracias a su comportamiento en gran parte absurdo e imprevisible, pero también muy voluntarioso y optimista ha logrado, no tan sólo sobrevivir como especie partiendo de una fragilidad escalofriante, sino llegar a dominar el planeta, las comunicaciones y el espacio y convertirse en un semidiós. Los semidioses no son lógicos pero sí optimistas y nostálgicos. Las máquinas son lógicas y muy superiores a los humanos en inteligencia de cálculo, pero directamente estúpidas en estimaciones artísticas, emocionales, deportivas y sociales. No toman copas ni les pica la cabeza ni piensan qué les deparará el futuro, y es este tremendo valor añadido del amor y la emoción el que acaba confiriendo al humano su superioridad. Por eso, para medir su inteligencia necesitamos un "medidor" que abarque la multiplicidad de funciones de su insólito cerebro de una manera globalmente coherente, y no creo que exista ninguno todavía.

Los niños superdotados son sorprendentes por cuanto han aprendido antes y más rápido lo que los demás niños de su edad aprenderán más tarde con esfuerzo. Cuando por fin a los seis años se enseña a leer a los niños (nunca he comprendido por qué hay que esperar tanto: muchos de ellos hace ya un par de años que navegan por Internet sin saber leer, y ¡lo encuentran todo!), los superdotados, que ya han aprendido por sí solos hace tiempo, hacen cosas como enseñar a leer a sus compañeros "normales" para no aburrirse. ¿Qué ocurre? Probablemente la estructura neuronal inicial era similar a la de sus otros compañeros, pero por causas de genética y también de sobreestimulación informativa coherente, las conexiones (los conectomas) se han desarrollado muy rápidamente y han formado mapas mentales complejos ya a tierna edad. Las redes conectómicas se han habilitado, reforzado y espesado y la información circula ya rápida, emocional y efectiva. Y exigen permanentemente más conocimiento porque sino el aprendizaje se convierte para ellos en una magnífica red de autopistas propia por la que circulan escasos coches, y esto es el aburrimiento angustioso. Lo siguiente que ocurre es que, al no recibir este conocimiento por parte de sus educandos, aprenden a encontrarlo ellos solos, con los riesgos(?) que ello comporta.

Finalmente aparecen pues como más decisivas las autopistas (las conexiones), quizá porque las ciudades (las neuronas) ya estaban casi todas allí al nacer, y con la observación y el aprendizaje y el pensamiento y la utilización se van creando nuevas autopistas y carreteras medianas y pequeñas y grandes y largas y cortas que conectan una, dos, trenta o mil veces unas neuronas con otras, haciendo las redes tupidas, conectándolo todo con todo muchas veces. Entonces la información puede ir quedando contextualizada en magnitud, espacio, tiempo e ideología entre tantas otras dimensiones.

Diálogo de un papá con su hija Marta de tres años y medio:

Marta: El tiranosaurio rex tiene dientes muy grandes y se come a los niños de toda la clase y a toda la escuela y también un edificio.
Papá:  Pero los dinosaurios ahora ya no existen. Se murieron todos hace mucho, mucho tiempo.
Marta: Las personas los mataron, a que sí.
Papá: No, porque en aquel tiempo no había personas.
Marta: ¿Y dónde estaban las personas?
Papá: Todavía no había nacido ninguna persona.
Marta: ¿Y por qué los dinosaurios se murieron solos?
Papá: Porque una estrella del cielo chocó contra la Tierra.
Marta (pensando): Y...¿la Torre Eiffel de París qué?
Papá: Bueno, en aquel tiempo todavía no habían construído la Torre Eiffel.
(Marta no parece demasiado convencida)

Marta tiene mucha información atesorada, que ahora va a ir aprendiendo a contextualizar a medida que su red de conexiones neuronales vaya desarrollándose y adquiriendo inteligencia múltiple. Y los conectomas se irán habilitando e irán densificando la red hasta que un día, en una vejez lejana, se invierta el signo de la evolución y se vayan desahabilitando las conexiones dejando la inteligencia otra vez con información descontextualizada, esta vez de senilidad.

Los superdotados son unos humanos cuyo sistema conectómico se desarrolla más, y más de prisa, que en la evolución normal. La sobreinteligencia no es garantía de nada, ni mucho menos de mayor éxito social o profesional, y los superdotados suelen ser personas tendentes a la dispersión debido a que sienten curiosidad por el funcionamiento y el por qué de todas y cada una de las cosas de la vida. Por otra parte es relativamente común que niños superdotados acaben igualando su nivel cognitivo al de los demás al llegar a la edad adulta, si no es que persiste un entorno social y profesional propicio a la continuación de la evolución. Son personas exactamente iguales a las demás.

En una revista científica entrevistaban a una mujer profesional de la ingeniería de alto nivel, que en su infancia había sido alumna de un colegio de niños superdotados:

Periodista: ¿Y a qué dedica una tarde libre una ingeniera aeronáutica como usted?
Entrevistada: A merendar con las amigas, chismorrear y presumir de las hazañas deportivas de sus hijos.



links:

www.contenidos.universia.es/especiales/superdotados/ninos-superdotados/index.htm
http://www.asenid.com/

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