lunes, 26 de diciembre de 2011

PERSEGUIR UN SUEÑO







Todos tenemos sueños. El reto consiste en atraparlos es decir, hacerlos realidad. Muchos no lo hacen porque no se atreven. Otros porque no saben cómo hacerlo. Otros creen que es imposible. A muchos les da pereza. Otros miran con envidia no disimulada a los pocos que se atreven y, si pueden, tratan de disuadirles. O a veces los toman como ídolos y se dedican a adorarles. Otros piensan que los sueños ya están bien como están, como sueños, porque si se convirtieran en realidad llevarían parejos una serie de responsabilidades inasumibles. Otros miran a los perseguidores de sueños con media sonrisa pensando algo así como "qué ingenuos pueden llegar a ser algunos"...

Los perseguidores de sueños han hecho cosas tan grandes como abrir el canal de Suez o desmontar sin violencia una dictadura y, si cosas así han sido posibles, con más razón objetivos menores son alcanzables por cualquiera que lo desee realmente. Pero claro: hay que saber qué es lo que se quiere, y si se pregunta se verá que la inmensa mayoría de gente nunca ha definido una meta si es que la tiene. Un día le pregunté a una alumna mía cuál era su objetivo en la vida, y mantuve con ella el siguiente diálogo:

Ella: A mí me gustaría tener mucho dinero.
Yo: ¿A cuánto dinero te refieres?
Ella: ¿Cuánto? Yo qué sé. Mucho.
Yo:  Y mucho ¿cuánto es para tí?
Ella: No sé, unos cuantos millones de dólares.
Yo: ¿Y para qué quieres ese dinero?
Ella: Pues para vivir bien, no tener preocupaciones, disfrutar de la vida.
Yo: Bueno, me encantaría decirte cómo conseguirlo, pero es que no sé cual es la cantidad exacta que necesitas ni en qué quieres usarla; es que no sé qué entiendes por vivir bien, ni a qué preocupaciones te refieres ni cómo disfrutas tú de la vida.

Aprender a pensar en forma concreta es la primera condición que se requiere para ser un realizador@ de sueños. Es mucho más difícil de lo que parece, porque hemos sido educados en la generalización, la vaguedad y la filosofía moralina. A un escritor americano que volvía a su país después de haber vivido diez años en París, un periodista le preguntó: ¿qué tal los franceses?  No sé -respondió él-, no los conozco a todos.

Perseguir un sueño no debe ser igual a perseguir un fantasma. Para ello hay que construir el sueño con unos datos concretos y una forma física mentalmente visualizable que se deje mantener en el horizonte diariamente abarcable. O perseguir sueños tan grandes que resulte imposible perderlos de vista. Si se consigue, el segundo paso consistirá en instalar un sendero para llegar hasta donde está el sueño. Y luego ponerse a caminar por ese sendero. Eso es todo.















La gente cree que tener talento es una cuestión de suerte.

Es al revés:  la suerte es cuestión de talento.

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