Hay dos clases de ganadores: el talentoso, elegante, inteligente, al que todo parece salirle bien (fin@ estilista) y el áspero, rocoso, tenaz, que lucha siempre hasta el final (dur@ fajador). El primero tiene suerte simplemente porque ha pasado mucho tiempo creando las oportunidades que después sabrá aprovechar. El segundo es especialista en superar adversidades y sigue dándole, pase lo que pase, hasta el final. Entre estos dos hay todo un gradiente y una gran combinatoria de opciones.
Este segundo especímen hace lo que ningún otro animal sobre el planeta: sigue siempre adelante aunque no vea salida alguna (ningún otro animal está tan loco como para hacer eso), y con esta táctica logra finalmente salvar gran cantidad de obstáculos (o morir: pero detrás viene otro que le substituye). Esto es posible porque la mente humana es la única que dispone de una clase de libre albedrío que le permite poner en duda y eludir sus propios programas institivos y educacionales.
Soy gaucho
y entiendanló como mi lengua lo esplica
para mí la Tierra es chica
y pudiera ser mayor
ni la víbora me pica
ni quema mi frente el sol
Fierro forma parte del paisaje pampero. Sobre el terreno, aún a pesar de las fuerza brutas, la soledad y el clima, el gaucho vive la vida y supera las adversidades con la mente puesta en un futuro regreso a la quimera. Respeta su hábitat pero no lo teme. Y nos da claves de supervivencia:
Todo es cielo y horizonte
en inmenso campo verde
pobre de aquel que se pierde
o que su rumbo estravea
si alguien cruzarlo desea
este consejo recuerde:
Marque su rumbo de día
con toda fidelidad
marche con puntualidad
siguiendoló con fijeza
y si duerme, la cabeza
ponga pal lao que va
Oserve con todo esmero
adonde el sol aparece
si hay ñeblina y entorpece
y no lo puede oservar
guardése de caminar
pues quien se pierde, perece