Es muy conocido en Estados Unidos el suceso de una señora que viajando en una camioneta en compañía de su hijo de cuatro años, por el Estado de Tejas, en alguna de aquellas rectas infinitas del desierto se le pinchó una rueda. No pasaba nadie, así que sacó el gato y empezó a levantar el coche para cambiar la rueda. Entretanto el niño había salido por la puerta del otro lado y se había metido debajo del coche. La señora lo vió y del susto dió un golpe al gato que se inclinó y el coche cayó atrapando el niño. Situación desesperada a la que había llegado en quince segundos. No pasaba nadie.
Pues bien: lo crean o no, aquella chica de ventisiete años levantó por un lado aquella camioneta que pesaba mil setecientos quilos y liberó a su hijo. Luego condujo hasta un hospital. Ambos estaban ilesos, si bien la señora no pudo moverse en los siguientes tres días.
¿De dónde viene tanto poder? Probablemente de la suma de dos de las más potentes fuerzas interiores de la mente: la voluntad y la emoción.
Pues bien: lo crean o no, aquella chica de ventisiete años levantó por un lado aquella camioneta que pesaba mil setecientos quilos y liberó a su hijo. Luego condujo hasta un hospital. Ambos estaban ilesos, si bien la señora no pudo moverse en los siguientes tres días.
¿De dónde viene tanto poder? Probablemente de la suma de dos de las más potentes fuerzas interiores de la mente: la voluntad y la emoción.
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