(tengo una fábrica de buena suerte para usted) (2)
Hay una galaxia entera dentro de su cráneo. Usted tiene tantas neuronas como estrellas hay en la Via Láctea, relacionadas entre ellas por un trillón de conexiones. Ésta es la razón del soberbio éxito que ha alcanzado usted como especie, amig@ mí@. Y yo también, naturalmente.
Hace ya un tiempo los entrenadores de los deportistas de élite, y especialmente en deportes individuales como tennis, golf, atletismo o natación, comprendieron que a igualdad de técnica y de forma física con los competidores sólo un factor podía desequilibrar la balanza en favor de un campeón: la fuerza de la mente. En efecto, era evidente que el desarrollo de un partido (como el desarrollo de la vida misma) acostumbraba a pasar por una gama de altibajos en que la mente se montaba en la excesiva euforia (cuando iba ganando), en la excesiva desmoralización (cuando iba perdiendo) o en la excesiva angustia (cuando había mucha presión). Había que equilibrar todo esto, y ya en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 se empezó a trabajar el tema mental de manera seria y sistemática con un grupo de atletas. Los resultados fueron sorprendentes porque era como si una extra de buena suerte acompañara a los atletas que habían sido mentalmente entrenados. Se instaló en ellos (se lo instalaron ellos mismos a partir de las instrucciones recibidas) lo que se dio en llamar el "estrés positivo" o nivel de tensión benéfico a partir de pensamientos positivos (que son los que generan aporte de dopamina al circuito neuronal). Los pensamientos positivos no son otra cosa que implantarse uno mism@ la consciencia permanente de lo maravilloso que es vivir y poder hacer lo que se está haciendo. Instalada esta actitud en la mente (lo que requiere cierto trabajo continuado) la vida se presenta como una serie continua de magníficas oportunidades (cuantas más oportunidades más posibilidades de ganar: algunas se ganan y otras se pierden, pero siempre habrá nuevas oportunidades que aprovechar) Donde no hay oportunidades es sentado en el sofá ante el televisor.
La vida se convierte así una especie de deporte (probablemente el más importante) y las técnicas de entrenamiento mental que utilizan hoy los deportistas más importantes son extrapolables y utilizables para obtener éxitos en la vida habitual de las personas. Porque la estructura que administra todo esto es la misma para cada uno de nosotros: cien mil millones de neuronas. Están a nuestra disposición. Sólo hay que aprender a ponerlas, como hacen los deportistas, al servicio de nuestros propósitos.
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