lunes, 22 de octubre de 2012

LA PUERTA DE LA CONCIENCIA




























Es una rajita estrecha, estrechita, que sólo se deja ver el instante en que se detiene el pensamiento. Ya está dicho: se detiene el pensamiento. Parece fácil, ¿verdad? Pruebe a detener el pensamiento. Pruebe a no pensar nada. Es casi imposible, porque los pensamientos son como un río que fluye enloquecido cuyas aguas no es posible neutralizar... habitualmente.

Y sin embargo, con práctica todo puede conseguirse.Con años de práctica, según los budistas. Y esto es cierto si uno quiere instalarse en el estado beatífico, increíblemente clarividente, de la conciencia pura. Pero nosotros no somos tan ambiciosos. Sólo queremos experimentar la conciencia pura durante unos instantes para darnos cuenta que en realidad somos dioses, que nos hemos metido en esta envoltura material para hacer experiencias, que nuestro cerebro es el walki-talki de conexión pero que tenemos que encontrar la frecuencia adecuada, que la gota que somos está permanentemente conectada con el océano de conciencia y sabiduría de la dimensión espiritual cuya energía fundamental es el amor. Y eso no es tan difícil.

 La mente humana es una maravilla en general bastante desaprovechada. Genera tantos pensamientos y tan diversos, que la confusión es habitual para la mayoría de personas. Ordenar los pensamientos, clasificarlos y ser dueñ@ de ellos es el primer paso. Para ello es necesario entrar primero en un estado de relajación total, para que la tensión acumulada no funcione de barrera para estos oficios. Ya saben como se llega a la relajación, ¿verdad? Hay cientos de procedimientos. Posición cómoda, cerrar los ojos, relajar los músculos uno por uno, etc. Personalmente lo hago siempre antes de dormir (y así he derrotado al insomnio). Es este estado, la mente de los niveles sofrónicos instalados en el hipotálamo y en el neocórtex empieza a liberarse. Después, detener el pensamiento por unos segundos. Esto se puede lograr dejándose llevar por los pensamientos y, de repente, imaginar un gran muro o lienzo blanco que les impide el paso. Y entonces preguntarse: ¿de dónde vendrá mi próximo pensamiento?, dejando la mente en espera hasta que empiece a pensar algo nuevo. Al principio se logrará un lapso en blanco de entre dos y tres segundos, pero con la prática puede llegarse quizá a diez o doce. Espacio de tiempo en que la mente nos obsequiará con una toma de conciencia de quiénes somos; de cómo esta conciencia rellena nuestro cuerpo; de cúan importante es para la buena salud de éste nuestro vehículo individual del plano material llamado cuerpo. La percepción de nuestro propio yo como conciencia pura es una sensación inolvidable la primera vez; es un verlo todo claro por unos instantes en un ámbito de energía y armonía universales. Es la famosa iluminación de las filosofías orientales, que en nuestro caso sólo podemos experimentar por unos instantes. Pero son instantes que nos permiten intuir qué hacemos aquí o cuál es nuestra misión. Y eso ayuda a la motivación y a la felicidad. No es que busquemos la conciencia pura para hacernos con ella. Es que somos conciencia pura y queremos sentirla y compenetrarnos con ella. Aunque sea sólo por unos momentos.

Colarse de vez en cuando por esta rendija de la conciencia pura es una experiencia ampliable, y llega un momento en que se convierte en un hábito que nos lleva regularmente a la serenidad, a conservar la calma frente a conflictos y situaciones duras, a enfermedades o tragedias, a disfrutar de la propia experiencia vital y a saber que en realidad nada puede ocurrirnos porque somos dioses inmateriales.



PALABRAS DE GRANDES MAESTROS EN ESTADO DE ILUMINACIÓN O CONCIENCIA PURA:

El universo material y el cuerpo físico que percibo por medio de mis sentidos no son más que uno de los aspectos de la realidad.

Los átomos de nuestros cuerpos y de todas las cosas están compuestos por partículas subatómicas que recorren enormes espacios vacíos a la velocidad de la luz.

Las partículas subatómicas no son cosas materiales: son fluctuaciones de energía y de información en un enorme espacio vacío.

Las partículas subatómicas parpadean, existiendo o dejando de existir en función de si yo las estoy observando o no.

Yo soy el origen de toda energía y de todas sus formas. Yo soy todo lo que observo y también el observador.







¿Comentarios o experiencia personales en relación a este post? Charles Bennet estará encantado de ampliar el tema o debatirlo. Gracias.

2 comentarios:

  1. Excelente!!!!..estoy en ello..buscando entre el espacio silencioso...mi razon de ser.

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    1. Ahí está, efectivamente. Pero no es fácil. Hay que trabajar bastante. Un saludo cordial.

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