Imaginar es pensar en algo que no existe y ponerlo en imágenes mentales.
Hace un millón de años, la vida de los homínidos no parecía tener demasiado futuro. Los otros animales habían desarrollado garras prensiles, comillos para desgarrar carne, músculos de carrera, cuellos largos para alcanzar las copas de los árboles, aletas, lenguas disparables, trompas, ojos de visión nocturna, picos especializados, alas planeadoras,cuernos, forros de pelo lanudo... El homo no tenía nada de todo esto. Su fragilidad era estremecedora. Desnudo, sin pelo, sin fuerza para matar con sus manos ni desgarrar carne cruda con los dientes; una piel que se rasgaba al más mínimo contacto violentos con rocas, plantas o animales; vista regular y oído mediocre; nadador bastante malo, corredor lento, incapaz de sobrevivir más de tres días sin agua; incapaz de tolerar un exceso de frío o de calor... y una presa fácil para cualquier predador hambriento.
¿Y por qué la especie más débil del planeta Tierra evoluciona rápidamente hasta que, sólo un millón de años después ha conquistado todo el planeta y domina a los animales, viaja por el aire, habla instantáneamente con cualquier otro homo se encuentre donde se encuentre, visita la luna y dispone de cerebros auxiliares electrocibernéticos que calculan y controlan absolutamente toda la sociedad, sus operativas y su desarrollo? ¿Qué le hizo convertirse tan rápidamente en un semidiós?
Es probable que la extrema fragilidad del homo le forzara a desarrollar un músculo secreto: la mente.
Entonces, un día en que el homo mira su grupo familiar languideciendo en la cueva por falta de comida y con las hienas aullando fuera y los buitres volando por encima coge una piedra y la rompe contra otra: el resultado es una piedra más pequeña pero con el borde muy afilado. Pronto se da cuenta que con esta herramienta puede desgarrar la piel de un mamut, cortar la carne en pedazos comestibles, romper los huesos para obtener tuétano y escarbar en la tierra para obtener raíces y tubérculos. ¿Y si esta piedra se atara al extremo de un palo, no resultaría todavía más eficaz? ¿Podría matar un ciervo? El homo está imaginando. Las neuronas establecen nuevas conexiones. Nuevas preguntas crean nuevas neuronas y nuevas áreas de pensamiento. El cerebro crece. Imaginar nuevas herramientas es el ejercicio mental que hace que el homo vaya aumentando su tamaño cerebral -y disminuyendo su tamaño físico. Porque según Leslie Aiello, antropóloga del University College (www.wennergreen.org/about/leslie-c-aiello):
"para desarrollar un cerebro grande hay que reducir otros órganos, como los riñones, el hígado o los intestinos". El homo será un poco más pequeño pero mucha más energía se concentra ahora en el cráneo, que alberga un cerebro que la imaginación va desarrollando imparablemente. Su fragilidad fue su suerte puesto que le obligó a imaginar, a pensar y a ver en imágenes las soluciones a sus necesidades, e irse convirtiendo así en amo absoluto de su entorno y de su destino.
La imaginación es la herramienta de la mente.
Si puedes imaginarlo, puedes hacerlo.
Nota final más romántica:
Mi propia imaginación me hace ver un cuadro donde el homo está por la noche sentado ante un magnífico fuego, a la entrada de su cueva. Ningún animal osará acercarse. El grupo familiar hace rato que ha comido carne asada y duerme ya en el rincón más cálido de la gruta. Mira a sus hijos. Mantiene la tosca hacha en su mano y siente poder. Sus ojos se fijan en las llamas y entonces su mente, que entra en una especie de ensimismamiento, vuela hacia un futuro esperanzador. ¿Qué podría estar imaginando?
Para más información ver:
www.youtube.com/watch?v=5tRXxWU8Lp0
NATIONAL GEOGRAPHIC ESPAÑA Otoño 2000 Especial "Los Orígenes del Hombre"
Hace un millón de años, la vida de los homínidos no parecía tener demasiado futuro. Los otros animales habían desarrollado garras prensiles, comillos para desgarrar carne, músculos de carrera, cuellos largos para alcanzar las copas de los árboles, aletas, lenguas disparables, trompas, ojos de visión nocturna, picos especializados, alas planeadoras,cuernos, forros de pelo lanudo... El homo no tenía nada de todo esto. Su fragilidad era estremecedora. Desnudo, sin pelo, sin fuerza para matar con sus manos ni desgarrar carne cruda con los dientes; una piel que se rasgaba al más mínimo contacto violentos con rocas, plantas o animales; vista regular y oído mediocre; nadador bastante malo, corredor lento, incapaz de sobrevivir más de tres días sin agua; incapaz de tolerar un exceso de frío o de calor... y una presa fácil para cualquier predador hambriento.
¿Y por qué la especie más débil del planeta Tierra evoluciona rápidamente hasta que, sólo un millón de años después ha conquistado todo el planeta y domina a los animales, viaja por el aire, habla instantáneamente con cualquier otro homo se encuentre donde se encuentre, visita la luna y dispone de cerebros auxiliares electrocibernéticos que calculan y controlan absolutamente toda la sociedad, sus operativas y su desarrollo? ¿Qué le hizo convertirse tan rápidamente en un semidiós?
Es probable que la extrema fragilidad del homo le forzara a desarrollar un músculo secreto: la mente.
Entonces, un día en que el homo mira su grupo familiar languideciendo en la cueva por falta de comida y con las hienas aullando fuera y los buitres volando por encima coge una piedra y la rompe contra otra: el resultado es una piedra más pequeña pero con el borde muy afilado. Pronto se da cuenta que con esta herramienta puede desgarrar la piel de un mamut, cortar la carne en pedazos comestibles, romper los huesos para obtener tuétano y escarbar en la tierra para obtener raíces y tubérculos. ¿Y si esta piedra se atara al extremo de un palo, no resultaría todavía más eficaz? ¿Podría matar un ciervo? El homo está imaginando. Las neuronas establecen nuevas conexiones. Nuevas preguntas crean nuevas neuronas y nuevas áreas de pensamiento. El cerebro crece. Imaginar nuevas herramientas es el ejercicio mental que hace que el homo vaya aumentando su tamaño cerebral -y disminuyendo su tamaño físico. Porque según Leslie Aiello, antropóloga del University College (www.wennergreen.org/about/leslie-c-aiello):
"para desarrollar un cerebro grande hay que reducir otros órganos, como los riñones, el hígado o los intestinos". El homo será un poco más pequeño pero mucha más energía se concentra ahora en el cráneo, que alberga un cerebro que la imaginación va desarrollando imparablemente. Su fragilidad fue su suerte puesto que le obligó a imaginar, a pensar y a ver en imágenes las soluciones a sus necesidades, e irse convirtiendo así en amo absoluto de su entorno y de su destino.
La imaginación es la herramienta de la mente.
Si puedes imaginarlo, puedes hacerlo.
Nota final más romántica:
Mi propia imaginación me hace ver un cuadro donde el homo está por la noche sentado ante un magnífico fuego, a la entrada de su cueva. Ningún animal osará acercarse. El grupo familiar hace rato que ha comido carne asada y duerme ya en el rincón más cálido de la gruta. Mira a sus hijos. Mantiene la tosca hacha en su mano y siente poder. Sus ojos se fijan en las llamas y entonces su mente, que entra en una especie de ensimismamiento, vuela hacia un futuro esperanzador. ¿Qué podría estar imaginando?
Para más información ver:
www.youtube.com/watch?v=5tRXxWU8Lp0
NATIONAL GEOGRAPHIC ESPAÑA Otoño 2000 Especial "Los Orígenes del Hombre"