LA GENERACIÓN DE UN PROYECTO empieza siempre en la mente. No se sabe qué mecanismo activa la siguiente secuencia cerebral: una asociación aleatoria de informaciones entrantes se añade a informaciones que el cerebro está procesando actualmente -en presencia de informaciones archivadas en los niveles alfa y gamma del subconsciente global-, y todo ello aterriza en un campo de conocimientos-recuerdos ancestrales más o menos empaquetados en antiguas emociones (las que conforman la personalidad y el carácter junto con las del momento). Y de repente, envuelto en una ilusión nueva, no sé sabe cómo ni por qué, dentro de este paquete prende una bengala, flash o chispazo de información y en el cerebro brilla una lucecita emocional: tengo una idea. Los dibujantes de cómics la han representado universalmente como una bombilla encendida flotando encima de una cabeza de rostro exhultante. ¡Eureka!, (excepto en el caso de Asterix, cuyos personajes con idea suelen tener un candil de aceite sobre su romana cabeza, pero una luz al fin y al cabo)
Jason, un viejo amigo californiano me agarra un día y me dice:
-He tenido la idea de cambiar mi estilo de vida para no contribuir al calentamiento global del planeta Tierra.
-¿Cómo es eso -yo le pregunto-, lo dices en serio?¿Será suficiente con tu aportación?
-Tengo que creer que sí. Y luego otros también tienen que creerlo. La otra noche, soñando, me di cuenta que si todos hiciéramos algo a la vez, un programa de pequeñas acciones individuales si quieres, el resultado podría ser decisivo para el futuro del planeta donde vivimos. Bastaría con cambiar cada uno, un poco, nuestro sistema de vida, y hacérselo saber a los demás.
-Bueno, eso me parece magnífico. A veces pensamos que las acciones y las responsabilidades competen sólo a los gobiernos, pero nosotros -que somos tantos todos juntos- seguro que podemos hacer igual o más.
-Así es. Estuve reflexionando unos días mientras corría, por la mañana, y luego he confeccionado este mapa mental que aquí puedes ver. He trabajado varios días pensando, reinterpretando e imaginando nuevas acciones posibles.
Este pensamiento sistémico, no es más que una marco mental conceptual que contiene subsistemas en interacción, como fácilmente puede visualizarse en el mapa mental de Jason, y es muy útil en la concepción y realización de ideas. El cerebro lo origina, y luego lo va repitiendo y perfeccionando. Así se crean sutiles redes neuronales, que con la redundancia y el perfeccionamiento se van reforzando hasta convertirse finalmente en una red sólida que gestiona automatismos dirigidos a lograr el objetivo primero y administrarlo cómodamente después.
Realmente es sencillo pasar de una idea a la acción, aunque muchas veces un exceso de análisis pueda hacer que la secuencia se detenga. Será necesario que con la voluntad y el pensamiento sistémico -los dos grandes instrumentos del cerebro en el esquema del progreso humano-, construyamos con esfuerzo ese futuro personal que hemos diseñado tan alegremente. Las claves son las de siempre: objetivo transparente, trabajo sistemático. ¿Cómo generar la idea? De eso hablamos otro día.
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