El lenguaje es el vestido del pensamiento.¿Por qué los seres humanos, ya en el primer año de vida, empezamos a articular sonidos que juntos forman unidades conceptuales que son significantes de los significados finales? ¿De dónde sale la potente bio-máquina neuronal que puede realizar esta proeza intelectual de base abstracta? Pensamos, no cabe duda, pero además sabemos codificar el pensamiento para poderlo comunicar a nuestros congéneres. Y sabemos hacerlo desde pequeños.
Los niños poseen, en los primeros estadios de la vida, una cantidad enorme de neuronas, muy superior al del cerebro humano adulto, pero con las conexiones entre ellas aún por establecer. Las estimulaciones exteriores, impresiones, mensajes, percepciones, van creando la conectómica que luego determinará la capacidad de captura y adquisición de información y conocimiento.
Cada lenguaje adquirido tiene como soporte una red neuronal específica. Porque el pensamiento construye una red neuronal específica para la gestión de cada habilidad o proyecto concreto. El pensament construeix una red neuronal especifica per a la gestió de cada habilitat o projecte ideat. La penseé construit un réssau de neurones pour la géstion de chaque habileté ou project spécifique. Thought builds a neural network to administrate each specific skill or project. Tankegangen bygger et specielt netvaerk for at administrerer ethver konkrete dygtihed eller projekt. Il pensiero costruye una rete nerale specifica per la administrazione di ogni abilittà o projetto concreto. Seis lenguas: seis redes neurales específicas. Y una vez construídas y funcionando, son automáticas.
Cada habilidad, bien que sea algo tan sencillo como mover una mano, está siempre soportada por una red neuronal que la administra. Cuando, por los motivos que sean, falla esta red, se produce la discapacidad correspondiente, que puede ir desde el tartamudeo hasta la invalidez. Las redes que administran idiomas, que es lo que nos ocupa, son formidables, y se usan en modo automático mientras la mente está ocupada en el contenido de lo que se desea comunicar, lo que puede hacerse de forma oral (sonidos) y de forma escrita (signos). La mente receptora decodificará los sonidos o los signos para hacer la comprensión del mensaje siempre que posea una red neuronal del mismo código del emisor. Si no posee esta red, no comprenderá nada, por más que escuche o lea con la mayor atención. Si la red que posee está en construcción (en fase de aprender el idioma), comprenderá parcialmente y, de la misma manera, sólo podrá comunicar parcialidades, a veces fallidas. Pero, aún fallidas, la perspicacia intelectiva de la red neuronal receptora llegará a decodificar, no lo que se expresó, sino lo que se intentó expresar (no el código adecuado sino la intención del código), y esta es una de las diferencias con los códigos cibernéticos: que el bioordenador que es la mente humana puede gestionar también un tipo de información al que podríamos llamar inexacto, aproximado o fuzzie, con gran habilidad y sin que le suponga un esfuerzo especial.
Uno de los mejores regalos para el desarrollo las futuras capacidades intelectivas del niñ@ es el bilingüismo cultural. Este bilinguïsmo no consiste simplemente en "hablar" dos idiomas, sino en incorporar desde el principio dos idiomas a la idiosincrasia cultural de la persona es decir: hacer que formen parte del resorte automático del pensar introspectivo, de la conciencia cultural de cada uno. Eso sólo es posible en el periodo preescolar del niño, 0-5 años. Este fenómeno se da de modo natural en algunos lugares del mundo como por ejemplo California, sur de Finlandia o Cataluña. En California mucho mejicanos de origen, con idioma y cultura mejicana en casa, se sumerjen en el paradigma anglosajón a través del colegio y de la televisión. En Finlandia, la comunidad suecohablante se entremezcla con la escuela finlandesa y en Cataluña los niños, que se encuentran con la potencia del castellano a través de medios de comunicación y comunidad hispanoparlante, reciben la magnífica compensación de la enseñanza vehicular en catalán, a parte del idioma del hogar, que puede ser catalán, castellano o en la mayoría de casos, ambos.
Una mente infantil de bilingüismo nativo incorpora subconscientemente el concepto diversidad como algo natural, y no ve el mundo que no es el suyo como una amenaza sino como una emoción. La segunda ventaja colosal es la que aporta un mecanismo neuronal desarrollado por esta situación que sirve para adaptarse rápidamente al switch: qué idioma hay que hablar en función del planteamiento social o del personaje. Esta capacidad automática de cambiar la polaridad le será útil en todos los órdenes de la vida: hablar un idioma mientras se piensa en otro; no decir lo que se está pensando sino otra cosa; hacer varias cosa a la vez o tomar decisiones en décimas de segundo (por ejemplo conduciendo un vehículo), porque el mecanismo cerebral tendrá muy bien adquirida la capacidad de decidir como un acto reflejo.
El mundo no hace a los seres humanos, sino que los seres humanos hacemos el mundo. Y lo hacemos con el pensamiento primero y con el lenguaje después. Una piedra puede ser lo que nosotros queramos. Para un violento, puede ser un arma. Para un constructor puede ser un elemento de construcción. Para un campesino puede ser una silla, una tapia, una cabaña. Para un distraído, un tropezón. Para un niño, un juguete. Para un artista, una escultura. Y entonces, bajo la interpretación del pensamiento y su vestido el lenguaje, los objetos y los conceptos pueden adquirir dimensiones de todos tipos y colores, de todos los tamaños, de todos los signos: negativos, positivos y neutros; tristes, divertidos, melancólicos, románticos, evocadores, sensuales, cariñosos o cualquier otra emoción con la que la conciencia humana les quiera envolver... Las palabras te acarician o te envenenan; te crean universos mentales donde transitar, refugiarse o disfrutar. Te hacen ser mejor o peor. Te hacen vivir.
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