TERNURA FORMATEA SENTIMIENTOS.
JUEGO FORMATEA EMOCIONES.
SENTIMIENTOS + EMOCIONES = INTELIGENCIA HUMANA
La inteligencia humana es una bola de nieve que sólo aumenta correctamente cuando se desliza por una pista construída con nieve de amor y emociones. Bonito, ¿verdad? Pues es absolutamente cierto. Sin amor ni emoción no hay substrato para adquirir volumen y el cerebro detiene su desarrollo.
Esta maravillosa (y algunas veces horrible) constatación es una de las recientes tesis de la neurociencia, demostrada y documentada con pruebas objetivas. En este sentido, el periodo 0-5 años es absolutamente decisivo para la capacidad y estabilidad de la mente de la futura persona adulta. Todos los padres deberían saber esto y si no aprenderlo y si no informarse: pone la piel de gallina pensar que la capacidad intelectual futura de tu hij@ depende, en su mayor parte, de tu correcta actuación en estos parámetros. Tienes que ser el mejor profesor@ de tu hij@ preescolar. Tienes que serlo.
Por suerte, la mayoría de madres actúa así por instinto en lo que se refiere al amor físico de ternura y caricias. Los padres, sobretodo jóvenes y sobretodo si trabajan mucho, suelen dedicar poco tiempo al desarrollo del cerebro del bebé, y son igualmente imprescindibles. Los bebés lo entienden todo, lo capturan todo, lo oyen todo. Tu comportamiento como padre, tus palabras, tus salidas de tono, tus ataques de ira o de amor, o de odio o de ternura son recogidos por el cerebro, incipiente, pero potente, de tu bebé. No conscientemente, por supuesto, pero sí inconscientemente. Y ahí se quedan. En un ser humano adulto, el consciente ocupa un 5% de la actividad cerebral, y el inconsciente un 95%. En un bebé las proporciones serían aproximadamente 0,5% y el 99,5% respectivamente. El subconsciente bebé es una cinta registradora a la que casi nada escapa. Sabiendo esto hay que ser muy comedido (muy "consciente") con las actuaciones que uno tiene ante el bebé, porque son el modelo que se implanta en su área cognitiva básica.
Si el cerebro adulto contiene un trillón de conexiones entre cien mil millones de neuronas, el cerebro preescolar contiene quince trillones. En un periodo de tan intensivo aprendizaje, este cerebro tienen todo por aprender, y desarrolla millones de conexiones a cada instante a tenor de los estimulos recibidos que son muchísimos, todos nuevos y excitantes y necesarios para desenvolverse y comunicarse. Luego, a partir de los siete años aproximadamente, cuando el cerebro inconsciente ha acumulado ya los, dijéramos "conocimientos básicos para vivir en este mundo", las conexiones irrelevantes, duplicadas (o triplicadas, cuadruplicadas o multiplicadas) se van cancelando hasta que sobre los diez años, aproximadamente, el nivel de conectómica se estabiliza en un trillón, que es la media de un cerebro adulto. El mundo ha sido asumido.
La inteligencia humana no puede ser entendida sin superficie emocional, y no es la inteligencia la que se emociona, sino la emoción la que "se inteligencia". Por eso debemos trabajar el cerebro preescolar para darle esta base emocional que le permitirá más tarde autoconstruirse una inteligencia. La neurociencia sabe que de la emoción sale la inteligencia, pero desconoce el mecanismo cerebral emocional. Los budistas creen que las emociones perviven en la identidad eterna o ego superior, que se van acumulando con las experiencias vitales sucesivas de la reencarnación, y que son la única cosa que no se diluye y que se transporta de una vida física a otra.
No hay nada más gratificante, ni más bonito ni más emocionante, que participar asombradamente en la adquisición paulatina del conocimiento por parte de un bebé, y luego por parte del preescolar, y ser un elemento activo y consciente en su formación. En esto consiste ser padres humanos, sobreentendidos los cuidados básicos y la atención física del niñ@. Tienes que se el mejor profesor@ de tu hij@ preescolar. Tienes que serlo.
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