domingo, 14 de julio de 2013

TEORIA DE LA TRANSGRESIÓN




    ¿POR QUÉ LES GUSTA TANTO EL CHIPI CHAPE?




Observando el comportamiento de los niños y su relación con el mundo que les rodea, podemos redescubrir actitudes que nos aproximan al gusto de vivir la vida, esto es, a la felicidad. Miles de filósofos y de neurólogos y de sicólogos y de estudiosos del comportamiento humano se repreguntan en qué consiste la felicidad, mientras tienen a los niños delante que juegan y viven la vida en una especie de nube mental dichosa que se solapa con la realidad perceptual. En una magnífica combinación de imaginación y realidad, actos y emociones que se interpenetran en un presente rabioso sin concesiones a nostalgias ni expectativas.

Los adultos van instalando marcos disciplinarios alrededor de su mente libertaria (y así debe de ser para que la convivencia resulte posible), pero los niños encuentran estimulante ( y también sienten un placer especial) en romperlos de vez en cuando: el ser humano es el único animal del planeta Tierra capaz de poner en duda y transgredir sus propios programas biogenéticos y neurobiológicos. Y éste es su triunfo. Comportamientos impredecibles no son lo mejor como norma, pero sí en cambio como excepción. Nadie podría ir más allá si no fuera así. Los animales en general, prisioneros de su programación genética, pueden pasar millones de años sin modificar su comportamiento, si es que les va bien así. Los humanos, en cambio, tienen el problema inverso: como son tan creativos (es decir, tan transgresores), su comportamiento individual y colectivo se modifica constantemente, haciéndoles progresar y a la vez poniendo en peligro su propia continuidad como especie. Este comportamiento es divertido e inestable.

Desde el punto de vista evolutivo, la especie que más éxito ha tenido sobre el planeta son las hormigas: ya existían en la época de los dinosaurios, están inmodificadas desde hace quinientos millones de años, son la especie más numerosa de la Tierra y prácticamente inextinguibles. ¿Cuáles son las claves?  Para un éxito evolutivo tan descomunal tuvieron que renunciar a dos de los grandes estímulos del existir: la vista y el sexo. De esta manera, un ejército de autómatas biológicas trabaja en beneficio de la colectividad omnipresente, sin ganancia invidual de ninguna clase. Ningún individuo puede materialmente exceder los límites de su propio software biológico. Algunos animales (los domésticos) pueden modificar algo su comportamiento con ayuda de los humanos, aunque siempre se trata de cambios irrelevantes.

Los humanos tenemos un software bio-emocional, del sexo a la nostalgia o al entusiasmo o a la analítica o a la gandulería. Pero, sobretodo, al amor, que es la fuerza que mantiene el mundo físico y el espiritual como compactados. Todo ello proviene de una base genética implantada en el transcurso de los tiempos, pero disponemos además de programas heredados de nuestra propia familia, educativos, de interacción social, de cultura y de entorno: podemos pasar de la sabiduría a la ternura, de la irritación al humor todo regido por una mente gloriosa que, rizando su propio rizo evolutivo, es capaz de programarse a sí misma. Es la mayor de las transgresiones. Para autoimplantarse un programa de comportamiento con frecuencia hay que eliminar uno anterior, y en esto consiste el crecimiento mental.









                                          Ich muss da mal eben was erledigen...  















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