Los cerebros preescolares son un globo hinchable todavía deshinchado. En la medida en que los educadores (básicamente los padres) seamos capaces de irlo hinchando progresivamente, la superficie irá aumentando y podrá albergar más emociones y más conocimiento. El periodo 0 a 5 años es crucial, casi definitivo, en este sentido. El cerebro preescolar deberá recibir mucho amor (seguridad), mucho cariño-caricias (confianza) y mucho juego (entrenamiento mental para la futura realidad).
Con esta base cognitiva establecida, el niñ@ será muy receptiv@ a nuevo saber, y no sólo aprenderá con facilidad, sino que habrá desarrollado un gusto por aprender. Es como un archivador vacío en el que vamos colocando nuevas carpetas, así que las posibilidades de guardar elementos informativos son mucho más extensas. Y cuanto más le enseñemos (juguemos), más conocimiento reclamará. Y entonces habrá que enseñarle a autoaprender, que será decirle: ahora cuéntame el cuento tú a mí.
Para los educadores es una experiencia fascinante y divertida. En un sencillo pero inteligente libro titulado Juegos para hacer pensar a niños de 1 a 3 años, la educadora americana Jackie Silberg presenta una serie de actividades elementales para estimular el desarrollo mental de los más pequeños, con una preciosa dedicatoria que dice: "Este libro está dedicado a la capacidad de maravillarse y disfrutar de la vida que tienen los peques" Los juegos están clasificados por orden de edades. Por ejemplo, de 18 a 21 meses, algunos de los juegos propuestos son:
Muecas en el espejo
El gato y el ratón
Arriba y abajo
Cambiar la voz
El amigo imaginario
Palabras y más palabras
Quiero mucho a una persona
Hablemos y cantemos
Salta y brinca
Los animales hablan
¿Dónde estoy ahora?
El escondite inglés
El cerebro crece a una velocidad extraordinaria los primeros años de la vida humana: es un momento excepcional que hay que aprovechar porque no volverá a repetirse en la vida. Y en efecto: ¿dónde invertir mejor que en la educación de los niños que son el futuro más inmediato? Sólo hay que fijarse en que los países que destinan más recursos a la educación son los más avanzados del mundo. Las experiencias de la primera infancia tienen un impacto definitivo en el cerebro, determinado por unas conexiones neuronales originales sobre las que se irán construyendo las sucesivas que posteriormente arraigarán sobre aquellas. Todo se aprende jugando.
Juegos envueltos en la magia del amor y las caricias. Será la base cognitiva sobre la que edificar una personalidad de sensibilidad y conocimiento del ciudadan@ futuro, si es que creemos que la construcción de una sociedad culta, amable y solidaria todavía es posible.
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