Ser felices es lo primero que podríamos aprender. Si un niñ@ no se halla inmers@ en algún tipo de tragedia tangible y duradera, podemos asegurar que vive feliz. Especialmente en la franja de uno a cinco años. ¿Cómo lo consigue?
Se supone que su red neuronal está prácticamente desarrollada, a falta de las multiplicidades de las conexiones sinápticas que irán floreciendo con el pensamiento sostenido, con la experiencia vital y la educación, aportándole las complicaciones mentales de todas clases que el desarrollo de la inteligencia lleva implícitas. Así pues, resulta que podríamos decir que el cerebro preescolar dispone de todo el hardware pero su software mental está en una fase anterior a la complejidad, y esto le permite moverse libremente en unos terrenos básicos, lúdicos, muy espontáneos: lejos de la reflexión, de la elucubración, de la preocupación; libre de análisis, de especulaciones y de conclusiones más o menos definitivas.
Una red cerebral así básica y sin complicaciones es obsevable a partir de los comportamientos de los infantes.
Un niñ@ se cae y se vuelve a levantar en seguida. Puede llorar (más si es en presencia de la madre), pero lo que nunca hace es quedarse tendid@ en el suelo. Cuantas veces caiga, tantas se levantará en seguida. Pronto parará de llorar y seguirá su vida feliz. La vida es fácil. (Es que no hay pasado ni futuro). Un cerebro así instalado en el presente rabioso sólo puede ser momentáneamente infeliz (cuando se ha caído), y en seguida vuelve a ubicarse en la feroz dicha de estar viv@ y actuando ahora. (Un secreto: el adulto que interactúa con este niñ@, también vive instalad@ durante todo el periodo de la interactuación en este su feliz presente continuo)
Un niñ@ busca lo sencillo, duerme cuando tiene sueño y pregunta cuando no sabe algo. (Pruebe usted a practicar esto). Se lee en sus ojos que el mundo está lleno de cosas asombrosas, que no sabe contener las emociones y por tanto las expresa, que compartir es divertido, que no hay que hacer demasiado caso a los mayores. El peque se muere por relacionarse con otros peques y mira las cosas como si fuera la primera vez que las ve (y así es efectivamente la mayoría de las veces); tiene un ansia disparatada de aprender, y cuanto más aprende más quiere aprender, y siempre pregunta por qué, y no tiene sentido del ridículo y disfruta de cada momento y es honest@ porque no sabe mentir y se ríe si algo le gusta y llora si algo no le gusta o no puede conseguir lo que pretende. Y, cuando juega, su mente no pone límites. ¿A qué estáis jugando?
-Jugamos a que yo era una princesa que estaba en el bosque y entonces venían las plantas carnívoras y los dinosaurios y los monstruos horribles. Pablito era un bombero astronauta y matabas a las flores carnívoras con una manguera de agua y nos escapábamos en la nave espacial a Marte y también a la luna, y habían los osos roncosos que querían robarnos las linternas de la acampada.
Y ponen el corazón en todo lo que hacen, y son extremamente flexibles. Se adaptan a todo con rapidez: aprender es genial. Disfrutar de todo: de la comida, de las canciones del parvulario, de los dibujos de la tele, de la compra en el super, del baño en la piscina.
¿Debería ser este el estado habitual del ser humano? Lo cierto es que, a medida que va pasando el tiempo y el niñ@ va creciendo e interaccionando con el mundo, su red neuronal amplia y amplia las conexiones y en su mente la información empieza a evaluarse, sopesarse, reevaluarse, reflexionarse. A partir de esto, se van a tomar decisiones. La inquietud por el futuro empieza a tomar cuerpo, Las nostalgias y los traumas del pasado, también. Los sentimientos van escondiéndose, las sonrisas van falseándose, las rabias se contienen hasta que acaban explotando en la cara de otro ser humano, generalmente muy querido.
Yo no creo que un adulto tenga que reeimplantarse las actitudes y comportamientos de cuando era niñ@. Pero hay mucho que aprender ahí para tratar de autentificarse y, si se quiere, de humanizarse. No creo que se deba influir sobre un niñ@ para que empiece pronto a pensar y comportarse como un adulto antes bien, pienso que hay dejarle desarrollar la infancia en todo su esplendor. Sin embargo, es importante comprender que los niños nacidos hoy son niños 2.0 y, por tanto, la tecnología digital es connatural para ellos. Aquello que es emocionantemente nuevo y flipante para la gente joven, que da cierto miedo a los ya maduritos y que choca y descoloca a una tercera edad que no sabe dónde vamos a ir a parar, forma parte del cerebro y de la conciencia natural de los niños de ahora, que por tanto se sientan delante de un ordenador de la manera más relajada y empiezan a navegar desde edades extremamente tempranas. Ahi va a desarrollarse una forma de autoaprendizaje nuevo, que desde luego debería ser supervisado y orientado por un educador, cuya función histórica de orador pontificante ha terminado pasando a ser la de un conductor desde la sombra.
"EN TIEMPOS DE CAMBIO, QUIENES ESTÉN ABIERTOS AL APRENDIZAJE SE ADUEÑARÁN DEL FUTURO, MIENTRAS QUE AQUELLOS QUE CREEN SABERLO TODO SÓLO ESTARÁN BIEN EQUIPADOS PARA UN MUNDO QUE YA NO EXISTE"
Erik Hoffer
¿Le gustó este post? Hágaselo saber a Charles bennet junto con alguna experiencia propia al respecto. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario