martes, 10 de julio de 2012

LA MÚSICA DE DIOS





Parece ser que una tarde de 1890, un jovencísimo Pau Casals paseaba con su padre por el barrio viejo de Barcelona, cerca del puerto. Con sólo trece años era ya un muy buen chelista, y por lo visto en alguna tienda recóndita de libros viejos del Raval se tropezó con la partitura de las Suites para violoncelo solo de Johannes Sebastian.

Casals quedó subyugado por estas suites, de las que no había ninguna constancia histórica de que hubieran sido interpretadas hasta la fecha. Aparentemente Bach las había compuesto en 1720, y los manuscritos originales se habían perdido aunque quizás circulara alguna copia. Además, resultaba sorprendente que Bach hubiera compuesto estas piezas para solista, puesto que no había precedente. Casals pasó diez años en su Vendrell natal, cerca de Tarragona, interpretándolas a menudo, ensayándolas hasta alcanzar un dominio interpretativo técnico y emocional de nivel inalcanzable.

Reunidos compositor más grande e intérprete más excelso, la música que surge queda muy cerca de la que debe escuchar dios. Flotando en la ingravidez, encaramándose en rizos que sugieren el humo que se eleva, la pieza adquiere una dignidad y trascendencia extraordinarias.


www.youtube.com/watch?v=VhcjeZ3o5us
Bach: Cello Solo nº1 BWv 1007 interpretado por Pau Casals























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