Todo lo que adquiere el intelecto humano, comparado con lo ya adquirido, pasa a un archivo general inconsciente que es el que guía nuestros pensamientos y acciones de modo automático, a menos que usemos la voluntad expresa de pensar de modo consciente, cosa difícil e infrecuente. De manera general se admite hoy, entre los neurosicólogos, que la masa encefálica es un enorme procesador de datos ocupada en el 95% del volumen total por el procesamiento inconsciente, y luego rodeada por una leve pátina de sólo el 5% que sería el nódulo correspondiente al procesamiento consciente de los datos. Nuestra vida suele funcionar a piñón fijo.
Es más: incluso cuando creemos que estamos tomando una decisión pensada y reflexionada estamos en realidad obedeciendo a nuestros patrones instalados, que no nos permiten una decisión objetiva porque nuestra información de archivo es sesgada, parcial y envuelta en series de emociones, positivas, negativas y neutras. Para lo bueno y para lo malo. El libre albedrío se tambalea.
Bueno, no pasa nada, llevamos así un millón de años y no nos ha ido tan mal. De hecho nos ha ido tan bien que nos hemos convertido en semidioses dominadores. Pero claro, estamos a punto de cargarnos el planeta, hay millones de niños que mueren de hambre y muchos de nosotros tenemos la mente metida en un laberinto y no encontramos la salida. Piñón fijo. No way out.
Ayer hizo un poco de calor, y de repente me encontré en la barra de un bar por mí desconocido. Acababa de tomarme una coca-cola con hielo y limón, pero no recordaba ni haber tenido sed, ni haber entrado en el bar, ni haber pedido un refresco ni por qué coca-cola, ni por qué con hielo y limón. ¿Había yo hecho todo eso? Sí pero ¿qué parte de mi mente se había ocupado de toda la gestión? No era la mente consciente, desde luego. Si lo hubiera sido, la secuencia habría tenido que ser ésta:
YO (pensando conscientemente): "Parece que hace calor. Sí, hace calor, y por eso estoy sudando y tengo sed. Mi cuerpo ha perdido líquido con el calor, y debería beber algo para reponerlo. ¿Dónde puedo encontrar un lugar que vendan líquidos refrescantes? Voy a mirar por aquí a ver si encuentro un bar. Estoy mirando. Ahí hay uno. Voy a dirigirme caminando hacia allá. Ya he llegado. Pero para entrar debo abrir la puerta. La estoy abriendo. Allí, en la barra, veo un taburete. Me voy a sentar en él y voy a pedir un refresco al camarero. Me siento. El taburete es muy alto. Una coca-cola, por favor. ¿Con hielo y limón? Sí, gracias. Me la voy a beber. Me la estoy bebiendo. Fresca, dulce. ¿Me gusta? No está mal, pero no sé por qué la he pedido, si me gusta más la cerveza. La próxima vez pediré cerveza.
Para un adulto inteligente es horrible vivir así. No quedaría tiempo para meditar, reflexionar, analizar, aprender, con la mente siempre alerta y consciente de todo el entorno. No es necesario vivir tan conscientemente porque todos estos patrones de la vida diaria están instalados de hace años y, como se usan en modo automático, no ocupan lugar en la mente consciente y rara vez se cambian. Y no hace falta preocuparse porque el consciente le avisará cuando su navegación en modo inconsciente le lleve a un posible incidente o peligro. "Hágase a un lado con el coche, señor, que está viniendo una ambulancia" "¿Eh? Ah, sí, es verdad, no me había dado cuenta. ¿Quién me ha dicho eso? Mi consciente, que me devuelve a la realidad presente porque se ha alterado de repente la plácida vida del piñón fijo.
Los que viven con la mente en modo consciente muchísimo tiempo de su día son los niños, grandes disfrutadores del presente porque su subconciente contiene todavía poca información. Así que ellos dedican el tiempo a observar, y ven todos los detalles por accesorios que sean. En cierto sentido tienen más libre albedrío que los adultos, que cuanto mayores, peor.
Vivir a piñón fijo es bastante confortable en la vida diaria, y no tan fatigante. Lo hace todo el mundo, a veces hasta unos límites francamente irritantes. La vida transcurre en un vuelo. El inconsciente es una forma de felicidad. Pero debemos comprender que, aunque el modo consciente de la mente es más fatigoso porque es el instrumento con el que debemos plantearnos objetivos y metas y modificar los aspectos negativos de nuestras actitudes y ser voluntariosos y solidarios, aprender a amar y proponernos encontrar nuevos caminos benéficos que nos permitan ser también conscientemente felices, es el nivel mental que nos hace humanos, libres y dignos. Y, por tanto, tenemos que usarlo para prever y modificar los acontecimientos a nuestro favor. Hay que pensar conscientemente para planificar cómo queremos que sea nuestra vida y, así convertirnos en dueños de nuestro destino.
Soy un decidido fan de Alicia en el País de las Maravillas, y me gusta especialmente la escena de Alicia en el Laberinto:
Alicia : Señor Gato, por favor, ¿podría indicarme qué camino debo tomar para salir de aquí?
Gato : Bueno, eso depende en gran parte del lugar al que quieras llegar
Alicia : No me importa mucho a qué lugar llegar
Gato : Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes
Tu mente consciente está atrapad@ en un laberinto mental. Si quieres salir de él habrás de decidir conscientemente a dónde quieres llegar. Porque si vas a piñón fijo , nunca saldrás de él.
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