La ilusión hizo al hombre semidiós.
Cuando alguien tiene la amabilidad de preguntarme cuál es el factor más importante para el buen desarrollo de un proyecto y su exitosa realización, siempre contesto que es una construcción mental similar a un precioso celofán de color con el que se envuelve la estructura imaginativa o diseño mental del proyecto. Este celofán se origina en algún lugar del hipotálamo emocional y, aunque no se sabe muy bien dónde, sí se sabe bastante bien cómo. Le llaman ilusión, y por cierto no sé si el nombre de esta emoción es muy acertado puesto que, a título de diccionario, la ilusión es la percepción de una realidad falsa.
Pero también hay un sentido positivo, que es el de esperanza cuyo cumplimiento resulta especialmente atractivo. ¿Tener ilusión o ser un ilus@? La semántica impone una dependencia del grado de posibilidad de realización pero seguramente, si no fuera por los ilusos, la humanidad sería actualmente una mera estirpe de chimpancé. De ilusión también se vive y se puede ser feliz. De ilusión y trabajo juntos no sólo se vive y se es feliz, sino que se llega a donde se quiere llegar.
La ilusión y su hijo mayor, el entusiasmo, son una familia de auténticos emprendedores. Con ellos se puede llegar a todas partes, incluídas ésas que todas las personas razonables desaconsejan. Sin entusiasmo jamás se llega al Polo Sur o se construye el Canal de Suez porque, sin el ilusorio celofán que las envuelva, las acciones físicas se descoyuntan y se desploman por el camino. Así que una gran dosis de ilusión debe ir inyectándose en el brazo físico del esfuerzo sostenido, durante todo el recorrido, y entonces el objetivo será alcanzado más pronto o más tarde, sin remisión. Sencillo y difícil a la vez.
¿Cómo se crea la ilusión en la mente? Hay que partir de una idea. Por loca que sea, pero bien formada. Que sea visible en la mente. Que pueda proyectarse con facilidad. Que pueda evocarse todos los días. Y entonces hay que definir un objetivo descrito en espacio y en tiempo. El recorrido entre ambos, de A (idea) a B (realización) se llamará expectativa, que es una especie de esperanza atractiva y energética. La mente humana es muy emocional, y todos sus pensamientos están pergeñados por este maravilloso (y a veces nefasto) lastre que es la emoción. Y es ella la que, hábilmente gestionada, lleva al triunfo, entendiendo por ello la consecución del objetivo.
La ilusión en los ojos de un niñ@ es una experiencia conmovedora. Nadie como ellos vive en permanente estado de ilusión, lo que les permite habitar un metamundo donde nada es imposible porque es mágico. A medida que crecemos esta magia se va desvaneciendo diluída en el crudo salfumán de la realidad. Y finalmente, se llega a una edad donde han terminado las ilusiones.
No tiene por qué ser así. Si se generan proyectos, se generan ilusiones. Ninguna mente, a ninguna edad, debe estar sin proyecto. En Escandinavia, donde es frecuentísimo que la gente vaya a cursos durante el invierno, me llamó la atención ver grupos formados por jubilados estudiando, por ejemplo, italiano, o jardinería, o informática. Le pregunté a una señora muy mayor por qué estudiaba italiano.
-Io voglio parlare con gli italiani, bellissima lingua... -me contestó. Voy a ir a Lecce en verano para estudiar il barroco leccese y, de paso, visitar a mis nietos que viven en esta población. ¿Conoce los magníficos monumentos de la ciudad? Por algo la llaman Florencia del Sur, ¿no lo sabía? ¿Qué me dice, que a usted también le gustaría ir? Pues si no tiene reserva a estas alturas será difícil que encuentre hotel. Así que de momento... no se haga demasiadas ilusiones.