La psique de los cerebros humanos es el más potente de los medicamentos. Aunque no el único, claro.
Hace años tuve una época que me encontraba sumamente desmotivado; todo me resultaba absurdo y me preguntaba por qué hacía lo que hacía. Se lo comenté a una amiga mía, doctora en psiquiatría y de mente no todavía demasiado maltrecha por el exceso de pacientes.
-Te daré algo que no suelo recetar si no sé exactamente con quién trato -dijo misteriosamente sacando un frasco de un pequeño armario contiguo-, tiene unos efectos espectaculares. Sólo son vitaminas y extracto de plantas, pero combinadas de manera excepcional. Una cápsula todos los días al almorzar.
Al mes, yo volvía a estar al antiguo nivel. Las cosas habían cambiado mucho. Había invitado un día a cenar a mi amiga psiquiatra y al poco tiempo empezamos una relación intermitente que duró dos años, hasta que ella decidió casarse con su antiguo novio. Fui a la boda y, bailando con ella, le dije que no sabía si el éxito de aquel tratamiento se debía a las cápsulas que me recetó o a mi intermitente pero intensa relación con ella.
-Yo creo que ambas cosas a la vez -contestó la picarona-, ahora te puedo decir que el medicamento que te dí está compuesto básicamente de agua y azúcar. Pero combinado con amor se despliega maravillosamente y produce resultados asombrosos.
Normalmente el Placebo es una substancia inerte que se suministra a un paciente o sujeto experimental sugestionándole en el sentido de que es un fármaco quasi-mágico que aliviará su dolor o curará su enfermedad. Si la sugestión es adecuada, los efectos producidos son una "curación psicológica" que, como puede comprenderse, es más que suficiente en casos de hipocondría. En casos de enfermedad importante y real que debe ser tratada con una terapéutica especializada para eliminar la patología, el placebo puede ser magníficamente complementario, especialmente en pacientes pesimistas. Pero hay que prevenir el efecto Nocebo, que se produce cuando el paciente pesimista se sugestiona negativamente creyendo que lo que se le suministra agravará su dolencia o su dolor, porque en este caso se consigue exactamente lo contrario a lo pretendido. Y existe otro efecto aún más sorprendente: experimentar una mejoría sustancial al tomar la medicación sabiendo que es un Placebo. Esto ocurre probablemente porque, aunque la mente racional sí lo sabe, la mente inconsciente no lo cuestiona y pone en marcha las mismas actitudes positivas que desencadenan la circulación de endomorfinas de signo positivo por la galaxia cerebral.
Todo esto ilustra la tremenda influencia de la psique sobre el sistema metabólico, al verse que las actitudes mentales hacen circular, por la red neuronal, un torrente de sustancias que condicionan y modifican la biología misma del individuo, que no deja de ser el resultado de lo que su cerebro piensa. Sin embargo estos fenómenos no tienen lugar en tiempo real, y así pues el individuo es hoy una consecuencia de lo que pensó ayer, y será mañana resultado de lo que pensó hoy. Siempre en el marco de su propia genética familiar (que es algo que marca la tendencia general) y de otras tendencias socio-culturales de influencia menor, y por tanto la modificación metabólica global (si la hay) suele tener lugar en tiempo futuro.
La mente humana es sorprendentemente optimista, y piensa constantemente que el futuro será mejor. De ahí su gran éxito evolucionario, resultado de seguir luchando e intentando y empujando aún cuando las esperanzadas se hayan esfumado; actitud que la hizo superior a los animales, que son seres que al sentir inferioridad, abandonan. El gran resultado de la farmacopea se debe sin duda a que es muy útil desde el punto de vista fisiológico, pero probablement no es menos cierto que esas ganas de sentirse mejor han llegado a originar una fe ciega en los medicamentos, que acaban haciendo el mismo efecto tanto si sus componentes son realmente terapéuticos como si no lo son tanto o no lo son nada.