lunes, 29 de agosto de 2011

TEORIA DE LA JUSTIFICACION SISTEMATICA

Cuando alguno de mis alumnos tiene la amabilidad de preguntarme cómo reconocer rápidamente una mentalidad ganadora (winning mind), siempre contesto que es muy fácil: un ganador@ no se justifica nunca.

 No usa excusas. No otorga jamás a nadie la culpa de sus propias desgracias. No emite lamentos. Cuando pierde (los campeones también pierden) lo toma como una derrota temporal; trata de descubrir dónde se ha equivocado y empieza inmediatamente a planificar la próxima batalla intentando corregir las causas de su equivocación. Eso es lo que yo he visto. Ninguna excusa. Ninguna justificación. Ningún lamento.

Parece fácil, ¿verdad? Pues no lo es. Pruébelo una temporada. Es tan fácil lamentarse. Porque todos tenemos un poco o mucho de perdedores, y a veces nos gusta sentirnos desgraciados (desconsolados, desprotegidos, desamparados) y estar con alguien que nos quiera y consuele: pobre, qué buen@ eres y que injusto es el mundo... (a eso se le llamaba antiguamente "los héroes también lloran"). Si somos seres normales se trata de un hecho puntual, triste, pero tranquilo y privado.  Lo horrible es cuando estas justificaciones y lamentos se transforman en una redundante manera de vivir; o cuando estas excusas y lamentos provienen de figuras públicas en los medios de comunicación, como políticos y deportistas, a menudo llenos de ira. Son mentalidades frustradas, que no desean en realidad tanto su éxito como la destrucción del adversario al que odian. ¿Por qué le odian? Porque los éxitos del adversario son percibidos por ellos como una especie de provocación: una demostración viviente de su propio fracaso.

Hasta el malvado e inteligente Michael Corleone conoce bien el peligro de esta dinámica cuando dice a su sobrino: "no odies a tu enemigo, porque el odio cegará tu mente y te hará cometer errores; antes bien, prueba a ponerte en su sitio, a pensar como él." Amigos: es sólo una buena cita, no crean que intento poner al señor Corleone como modelo de comportamiento.

Y después hay gente, mucha gente, que prefiere continuar con su mentalidad perdedora porque le dan miedo las responsabilidades que comporta tomar iniciativas. Y por gandulería. ¿Son éstos los más peligrosos para la sociedad? Les da pereza pensar (ellos lo llaman elucubrar, como si fuera una enfermedad) y sobretodo trabajar (ellos lo llaman currar, como si fuera un castigo). La irresponsabilidad es estupenda: qué bueno tener unos padres o un jefe o un marido que piensen por tí y se ocupen de tí. Y para un vag@ el mayor de los éxitos es no trabajar. Además, mucha gente ya tiene suficiente con sus sueños personales (o con los sueños artificiales de famosos plasmados en revistas del corazón), y vivir así es una opción como cualquier otra. No productiva para la sociedad, por cierto. Una mente ganadora sueña primero y luego trabaja persiguiendo este sueño. Sus éxitos son benéficos para el colectivo. Y cuando trabaja practica la paciencia, la tolerancia, la ética y el amor a las cosas concretas. El timorato/gandul no desea riesgos ni esfuerzos, ni críticas. Es el gran cliente codiciado por los productores de televisión (a este especímen le llamaban antiguamente "Don Telerín Callado"; hoy día creo que le llaman algo así como "Don Perfecto Mandoadistancia"). Icono de una audiencia millonaria comedora de contenidos televisivos de todas clases y sin rechistar.

Hace tiempo, una amiga me dijo un día que el sueño de su vida era pasar un año en las islas de la Polinesia. Le respondí que era un sueño precioso que yo compartía. Si ella quería, la invitaba y nos íbamos juntos.
Entonces me miró fijamente a los ojos por largo rato. Y luego dijo:

-¿Sabes? Creo que no aceptaré.
-¿No? -respondí. Pero si vamos a realizar nuestro sueño.
-Por eso. -dijo ella. Entonces dejaría de ser un sueño.



                                                                                                


jueves, 25 de agosto de 2011

CEREBRO MASCULINO CEREBRO FEMENINO

No sé a qué célebre psiconeuróloga le preguntó un día un periodista si consideraba que el cerebro del hombre y el de la mujer tenían la misma capacidad cognitivo-intelectiva, y ella contestó: "sí, creo que las mujeres y los hombres somos igual de tontos".


El cerebro de las personas es una masa amorfo-gelatinosa que se moldea permanentemente y va cambiando con la educación, la información, el conocimiento, la cultura, las emociones, los sentimientos y... el propio pensamiento. Todo lo que hacemos acaba esculpiendo una masa cerebral propia que nunca es definitiva porque seguimos viviendo, actuando, pensando, hasta que morimos. 

¿Piensan igual las mujeres y los hombres? Por supuesto que no. Basta ver el comportamiento de un niño y de una niña criados en la misma familia y bajo las mismas circunstancias socio-afectivas para constatar las diferencias. Pero es que todas las personas piensan de modo diferente, y por ello no hay dos cerebros iguales en todo el planeta. La comparación cerebro masculino-cerebro femenino tiene en general el mismo sentido que comparar la estructura estelar interna de dos galaxias cósmicas compuestas por cien mil millones de soles cada una. La combinatoria es infinita; el resultado bastante similar.

Queda claro que hombres y mujeres usan a menudo distintas áreas del cerebro en el tratamiento de las mismas cosas, así que los resultados pueden presentarse bajo diversas ópticas. También es posible encontrar pautas generalistas que caracterizan comportamientos masculino o femenino. Por ejemplo: después de hacer el amor, la mayoría de los hombres (fuma y después) se duerme. La mayoría de las mujeres, al contrario, entran en actividad: se duchan, se peinan, planchan ropa, frien huevos... Son sólo pautas reconocibles y en este caso divertidas: por supuesto hay muchos hombres que no fuman y muchas mujeres que se duermen. Sin embargo... 

Hay quien opina que estos comportamientos distintos forman parte de un material heredado producto de siglos de culturas que los implantaron como automatismos en los genes. Y todavía hay algunos científicos empeñados en demostrar que los cerebros de ambos son morfológicamente diferentes. Pero los neurocientíficos actuales parecen estar más de acuerdo en la influencia de las hormonas sobre la materia cerebral, que condicionando y modificando con su presencia de algún modo las redes neuronales locales acaban conduciendo frecuentemente a conclusiones mentales distintas.

El hombre sufre durante su vida los efectos de la testosterona, que ya en el cuarto mes de vida intrauterina ha determinado la masculinización del cerebro, y que es un elemento que confiere la agresividad necesaria para conquistar territorios y procrear. Acaba siendo víctima de esta misma substancia (agresiva también con el propio metabolismo) y por ello vive menos. El metabolismo de la mujer se encuentra bajo la protección de los estrógenos (que determinan también la femeneidad del cerebro en el mismo momento) y vive más para proteger la presencia de la especie. Es evidente que estas identidades hormonales gestionan la mentalidad de los sexos y actúan sobre los automatismos de comportamiento. Ahora bien: la mente humana, en la medida que tiene capacidad decisoria (tanto más si ha sido educada en  amor y en libertad)  puede, a través de la voluntad, reprogramarse, controlar sus instintos, tomar decisiones inteligentes, disfrutar o sufrir con sus sentimientos y acceder a niveles superiores de pensamiento, independientemente del sexo que la alberga. Cada uno puede tomar su propio camino. La capacidad intelectiva jamás se ve condicionada por el género de la persona. La morfología cerebral de hombres y mujeres es la misma, aunque la identidad sexual pueda activar, reforzar y desarrollar ciertas zonas.

Hoy en día se suele establecer la inteligencia cerebral repartida en tres funciones generales, que son la inteligencia generadora, la inteligencia emocional y la inteligencia decisoria o ejecutiva. Cada cerebro las tiene en mayor o menor grado. Nadie sabe si las mujeres o los hombres tienen más de ésta o de aquella, porque no es ésta la división. Lo que aparece cada día como más claro es la inteligencia emocional positiva o benéfica como motor de los otros dos niveles. Y el último de los descubrimientos: todos los niveles son mejorables.

¿Y qué pasa con los deseos y las motivaciones? Pues que suelen ser bien distintos para mujeres y hombres.
Y con ello las conductas. Así pues cerebros iguales, pero sometidos a dictaduras hormonales distintas. Pero qué bonito es que las conductas sean distintas, ¿no es cierto? Gracias a ello pueden existir juegos tan divertidos como la caballerosidad, el glamour, la elegancia, las maneras o la femeneidad. Palabras que entiende cualquier humano y que resultaría difícil traducirle a un extraterrestre.







martes, 9 de agosto de 2011

TEORIA DE LA SIMULACION

Buenos días. Si usted tiene bajo su tutela el desarrollo del cerebro de un niñ@ en edad preescolar, quizá le pueda interesar esto:

El cerebro humano se plantea constantemente metas, por irrisorias que sean, y a continuación elabora ideas para alcanzarlas (debo llegar al trabajo a las nueve y, por tanto debo vestirme, salir de casa, tomar un autobús y llegar a tiempo) Pero no es el cerebro el que hace buenas las ideas, sino las ideas las que hacen bueno el cerebro.

¿De dónde salen las buenas ideas? En el caso de un niñ@ en edad preescolar, es función del educador enseñarle a tenerlas. ¿Cómo se hace esto? Con la simulación, es decir, con el juego activo:

Yo soy el cliente y tú eres la camarera del restaurante, ¿de acuerdo? Y quiero comer. Me siento a una mesa.
Yo:  Hola señorita camarera, ¿qué hay para comer?
La niña (tres años): ...hummm, tenemos salsicha y espagueti y chocolate.
Yo: ¿Y no tienen pollito al chilindrón?
Niña: ¿Pollito quééé...? (riendo)
Yo: Sí, bueno, es un pollo con una salsa muy buena.
Niña: También tenemos caldito y plátano.
Yo: Bueno, bueno, tráigame una salsicha, por favor. (la niña se va donde tiene la cocinita de juguete y sus enseres de plástico. Manipula unas ollitas y platitos y emite unos ruidos: pssssssst, plas, chis, pum. Vuelve con un platito en la mano)
Niña: Tenga, cliente.
Yo: Gracias. (Doy un mordisco a la salsicha imaginaria) ¡Aaaaaay, cómo quema!
Niña (riendo): Si quiere traigo agua.
Yo: ¡Buena idea! Tráigame agua, por favor. (la niña se va y vuelve con agua de verdad, ¿dónde la ha conseguido? Nota:  el suelo del pasillo ha quedado bastante mojado)
Yo: (me la bebo) Muy fresca. ¿Qué hay de postre?
Niña: ...mmmmm... helado de nata y vainilla y fresa.
Yo: ¡Guay! Quiero uno de esos. Y también tráigame la cuenta, por favor. (Se va a la cocinita y vuelve en seguida con un copa de plástico muy grande)
Niña: Aquí está el helado.
Yo: ¿Y la cuenta cuánto es?
Niña: Mmmmmmm ¡cinco euros! (pongo un billete imaginario en su manita y me levanto) Gracias, camarera, me ha gustado mucho este restaurante, ya volveré otro día.
Niña: Adiós señor (hace una reverencia exagerada)

Esta misma simulación repetida unas cuantas veces resulta de una tal perfección que puede reproducirse delante de un amigo que queda asombrado de las habilidades de la niña. Cabe pues imaginar todo el tiempo nuevas situaciones a teatralizar (a los niños les encantan literalmente estos ejercicios de representación: los nuevos porque son emocionantes y los antiguos porque, al tenerlos dominados, se sienten felizmente seguros). Podemos representar una infinidad de situaciones con variaciones de todas clases: consulta del médico, bomberos que vamos a apagar un fuego, compra en el súper para unos invitados que tenemos en casa...el niñ@ jamás los olvidará y lo más curioso: pueden utilizarse objetos reales pero, la verdad, casi resulta mejor no hacerlo. El niñ@ tiene más imaginación que siete adultos juntos, y construirá en su mente todo lo que necesita o todo lo que se le sugiere.

¿Qué ha sucedido? Su cerebro usa una determinada red neuronal para estas representaciones, cuyas conexiones se refuerzan con el uso repetido. Continuamente se le están formando nuevas neuronas que, a su vez crean nuevas conexiones que se interconectan entre sí y con las anteriores. Es un proceso de ampliación de la capacidad cognitiva del cerebro que lo hace más y más receptivo a nueva información. Es la mente la que desarrolla el cerebro. La información le ha sido servida envuelta en emociones, y por eso nunca la olvidará. Y no hay que tener miedo: nadie se ha puesto enfermo por ser demasiado inteligente. Además, y por si fuera poco, los niños adoran a quien juega con ellos.

Los cinco o siete primeros años de la vida de una persona son determinantes para su futuro. Entre otras muchos aspectos los fundamentales son: vivir rodeado de cariño físico y ser estimulado intelectualmente.
Para ser estimulado intelectualmente, el niñ@ tiene que participar activamente en la estimulación. El efecto estimulador de la televisión, por ejemplo, es en este sentido casi nulo, porque el mensaje está pensado en función de espectadores pasivos. Y no es mirando aterrizar aviones que se aprende a aterrizar.  

La televisión es didáctica en el sentido de utilización de modelo de lenguaje (programas infantiles preescolares), pero no enseña a ser actor de la vida, antes bien, lo inhibe. La televisión está formando niños cada vez más tímidos e indecisos frente a la acción real. Esos niños deberían estar fuera, en el mundo, haciendo simulaciones (juegos) con otros niños. Porque los niños saben interactuar entre ellos y lo hacen muy bien, aunque la intervención regular de un educador con juegos inventados pero planificados sea más productivo. 

la Teoría de la Simulación se basa en el fantástico descubrimiento que la mente activa los mismos circuitos neuronales (y los refuerza con la repetición) tanto si la actuación es imaginada como si es real. Así, cuando se ha imaginado algo repetidamente, las redes cerebrales están más preparadas que nunca para pasar a acción real.  Éste es el gran poder de la mente.

¿Quién no ha oído hablar de los Simuladores de Vuelos en los que los futuros pilotos pasan horas y horas de entrenamiento antes de volar con un avión? Cuando llega la hora de volar realmente, el cerebro tiene automatizados los procedimientos y no percibe demasiada diferencia con los imaginados. Es lo que popularmente se llama "estar acostumbrado". Haciendo participar activamente a los niños en juegos imaginativos ensancharemos sus redes neuronales y les prepararemos para los futuros juegos reales que les esperan, de los que serán así buenos actores porque partirán de bases mentales sólidas. 

                                 


Yo seré la mamá y tú mi hermana que viene a casa a tomar el té                                                
                                                                                       
                                                                                         Empújame hasta el arco iris
                                                                                         y después vendrás a rescatarme



     
PS. Y los niños diferencian perfectamente la fantasía de la realidad. Siempre.
       Pregunta de un niño de tres años y medio:
      -Papá, los muertos que salen en la tele, unos son de verdad y otros de mentira, ¿a que sí?                                                                                   




                                                                                   
                                                                                                                                                                                



miércoles, 3 de agosto de 2011

PELÍCULAS QUE AYUDARON A SOÑAR A NUESTROS ABUELOS

DESFILE DE CANDILEJAS (Footlight Parade, USA 1933  101'  B/N)
Director: Lloyd Bacon
Actores:  James Cagney, Joan Blondell



MUSICA Y BAILE
 Una secretaria fea de día y guapa de noche











LA CALLE 42  (Forty Second Street, USA  1933  86'  B/N)
Director:  Lloyd Bacon
Actores:  Dick Powell, Ginger Rogers




MUSICA Y BAILE

Substitución de la estrella del espectáculo por una chica del coro
















SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO  (A Midsummer Night's Dream  USA  1935  113' B/N)
Director: William Dieterle
Actores: James Cagney, Dick Powell, Olivia De Havilland


FANTASIA

Enredos sentimentales entre hadas y duendes del bosque