domingo, 9 de octubre de 2011

INTUICIONES



USANDO

EL RADAR DE LA MENTE


















EL CEREBRO HUMANO TIENE UN RADAR INCORPORADO capaz de detectar un tipo de información periférica no percibible ni interpretable por el sistema habitual del raciocinio, que suele desecharla por no formar parte del núcleo lógico de la misma información. El radar, en cambio, accede instantáneamente al conocimiento periférico, que no precisa de razón, ni de lógica, ni de pensamiento. Y lo computoriza desde los archivos memorísticos subconscientes. De repente lo sabe y ya está.

Este asombroso mecanismo neuronal todavía sin acabar de localizar en el mapa cerebral está empezando a ser aceptado por la neurociencia, que hasta ahora se había negado a reconocerlo porque no había ningún tipo de prueba que avalara su existencia. Así que la cosa de la intuición formaba más o menos parte del saco esotérico-místico-paranormal donde se acababan metiendo todos aquellos "fenómenos" que la ciencia no acababa de entender ni tampoco deseaba mucho investigar. Porque el verdadero horror de los científicos era que, si por algún traspiés público o algún comentario que pudiera interpretarse como una postura a favor de la existencia de algo más o menos mágico -por indemostrado- le metían a uno en el saco de la pseudociencia, adiós carrera y quedaría estigmatizado.

Las cosas han cambiado. Hoy, casi todos los científicos admitirán la probabilidad de vida extraterrestre e incluso la posibilidad de inteligencia extraterrestre aunque sean afirmaciones basadas en datos empíricos. También se admite cada vez más que el manejo de la mente que se hace en las religiones orientales, sobre todo a través de la meditación trascendental, puede explicarse científicamente. La intuición es sólo una de tantas operaciones que la mente humana tiene en su repertorio de herramientas, y no es ni mágica ni paranormal.  No se puede controlar a voluntad al cien por cien. Pero desde luego, aparte de personas que la tienen desarrollada como don innato (más mujeres que hombres), es una capacidad que se refuerza con el ejercicio y la práctica.

Conectar el radar de la mente consiste en desconectar los circuitos racionales (dejar la "mente en blanco") durante unos segundos. La primera idea que llega a la mente después de esto es la respuesta o la información deseada. No es fácil pero, con práctica diaria, al cabo de un tiempo se comprueba que el porcentaje de aciertos es sorprendentemente más alto de lo esperado y va en aumento. Por otra parte, se produce un fenómeno muy curioso. Cuanto más se confía en la intuición, más acostumbra a fallar. Es un mecanismo mental al que no le gusta que le tomen por dado. Es un fenómeno que, como la suerte, no admite que le paguen un sueldo fijo. Si intentas comprarme, me diluyo. Por qué esto es así, yo no lo sé, pero lo he comprobado muchas veces, sobretodo en el nivel deportivo. La dejamos pues de momento en herramienta supletoria, que es lo que es.

Un ejemplo muy sencillo: llegando diariamente a una zona urbana donde es difícil encontrar una plaza para aparcar, conecto mi radar mental por el procedimiento señalado y la intuición me designa un camino o incluso a veces visiono en la mente la plaza física que voy a encontrar, y en un porcentaje bastante alto (quizá del orden del 70%) la encuentro. Otras veces esto no ocurre, quizá porque no lo hago bien o quizá, entre otras cosas, porque no hay ninguna plaza libre, y portanto ni siquiera el radar de mi mente puede encontrarla. Ahora bien: si voy en coche con un acompañante y le anuncio mi próxima proeza de aparcamiento intuitivo, el porcentaje de aciertos es 0%. Siempre. Y además, algunas veces, en esta situación, me ha ocurrido algo que parece recochineo: ha sido mi acompañante quien me ha dicho "pues yo tengo la sensación que por allí hay una plaza" y así ha sido.

Supongo que debe tratarse de que la confianza es una fase de la conciencia racional que bloquea esa fragilísima sesión de desconexión (que no es más que una momentánea esfera en blanco alrededor del cerebro por la que penetra la información intuitiva) y no puede funcionar, o que la intuición es extremamente invidual y no puede compartirse. Sea como quiera, la cuestión es que puede empezar a practicarse como un juego para ir cogiendo rutina en el mecanismo. Algo tan sencillo como intentar averiguar el resultado de un partido que ahora empieza en la tele. Naturalmente hay que hacerlo de manera constante. O preguntarle a las chicas cómo lo hacen. Yo le pregunté a una si de alguna manera había intuído la aparición en su vida del que hoy es su marido. Su respuesta me desconcertó. Me dijo: "lo sabía desde que era pequeña".
Probablemente esto ocurre porque la información nunca es lineal o concentrada, sino que va acompañada de una infinidad de signos periféricos que la contextualizan, que son los que no captura la conciencia lógica y sí la conciencia subconsciente, que los almacena para posterior uso. Sólo hay que aprender a dejarlos salir.

El desarrollo de la intuición requiere de unos ejercicios mentales planificados si se pretende aprender a usarla como sistema habitual. Lo anteriormente citado son ejemplos muy simplificados del fenómeno. Pero es utilisima en deporte, en el trabajo y en los negocios del corazón. Casi todo el mundo la ha experimentado de un modo u otro.  Nuestro músculo mental es una joya.



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