El gran ecualizador de la mente es el humor.
El humor es un estadio de la mente a medio camino entre el pensamiento racional y el pensamiento místico, y un torrente de endomorfinas benéficas nutre nuestra red neuronal y nos da instantes de felicidad cuando nos reímos a gusto, porque bloquea temporalmente todo lo que de amargo tiene la vida. Además, practicar el humorismo (si uno no es profesional) es un claro acto social: familia, amigos, reuniones, fiestas; un ejercicio mental de campeón@ que alarga la vida. Existen incluso tramientos a base de risa sistemática (risoterapia) que contribuyen a liberar tensiones y estrés. Ahora bien: nunca he sabido qué hacen o dicen en estas sesiones para hacer reír a la gente. A algunos buenos humoristas seguro que les gustaría saberlo.
Casi todas las personas inteligentes tienen sentido del humor. Churchill fue uno de los estadistas más importantes y serios del siglo XX al que le tocó, entre otras cosas, librar a Inglaterra (y al mundo) de aquel monstruo paranoico llamado Hitler. Pero ninguna de sus enormes responsabilidades le privó de su extraordinario sentido del humor; de su agudísimas ironías que hacían temerle a unos y sonreír a otros incluso en los momentos más duros. Se cuentan de él innumerables anécdotas. En alguna de sus biografías creo haber leído una a la vez deliciosa y mordaz, que ilustra su personalidad en este sentido.
Parece ser que durante una cena diplomática en el Palacio de Buckingham, se hallaba Winston sentado al lado de la esposa de un determinado mandatario extranjero, una mujer vulgar y vestida con muy mal gusto, regordeta, hirsuta y de voz aflautada, ordinaria. Churchill practicaba su humor elegante y punzante a la vez, al que sus colaboradores y amigos estaban acostumbrados, metiéndose amable pero irónicamente con algunos, incluídas sus majestades. Su compañera de mesa movía la cabeza, incrédula, hasta que finalmente no pudo contenerse más y le dijo con su voz de pito:
-Winston, es usted terrible. Si usted fuera mi marido, creo que le pondría veneno en el café.
Churchill meneó la cabeza resignadamente y, mirando a los comensales expectantes, contestó:
-Señora, si yo fuera su marido... creo que me lo tomaría.
El humor ecualiza la mente porque ayuda a comprender y a hacer comprender que nuestra vida como seres humanos individuales es volátil y efímera, y que si llegamos a trascender es colectivamente, porque un solo ser humano es más bien poca cosa: un cúmulo de errores y pasiones y vanidades que acaban irremediablemente bajo tierra y que justamente por eso hacen reír cuando se analizan seriamente. Sólo una cosa nos redime (el amor que sentimos durante nuestra vida) y sólo otra nos justifica (el humor que practicamos sobre nosotros mismos).
Somos el único animal que ríe, y no digamos ya el único programa de software. ¿Cómo explicar y enseñar el sentido del humor a un animal, a un extraterrestre, a un robot, a un suizo? (esto último es sólo una broma para ilustrar que el sentido del humor, siendo absolutamente universal, es muy diferente entre culturas, lo que a veces nos hace pensar que quién no tiene nuestro sentido del humor, no tiene sentido del humor. Si van ustedes a China podrán constatar este extremo. Creo que existe un libro titulado "¿De qué se ríen los chinos? que habla del tema). El tipo de humor es una parte inextraíble del tipo de cultura, aunque "gracias" a los medios de comunicación universales, básicamente la televisión y sus telefilmes, se está llegando a una especie de risa planetaria cada vez más penosa y enlatada.
Existe una expresión en castellano que es "estar de humor" (o "tener humor para...") que es sinónima de tener el estado de ánimo correcto para emprender algo (to be in the mood). Esta clase de humor junto con el otro (no tomárselo todo, incluído uno mism@, demasiado en serio) son los ecualizadores de las funciones cerebrales que conducen al éxito, es decir, a aquella meta que usted ha determinado como éxito para usted.
http://www.la-escuela.net/
El humor es un estadio de la mente a medio camino entre el pensamiento racional y el pensamiento místico, y un torrente de endomorfinas benéficas nutre nuestra red neuronal y nos da instantes de felicidad cuando nos reímos a gusto, porque bloquea temporalmente todo lo que de amargo tiene la vida. Además, practicar el humorismo (si uno no es profesional) es un claro acto social: familia, amigos, reuniones, fiestas; un ejercicio mental de campeón@ que alarga la vida. Existen incluso tramientos a base de risa sistemática (risoterapia) que contribuyen a liberar tensiones y estrés. Ahora bien: nunca he sabido qué hacen o dicen en estas sesiones para hacer reír a la gente. A algunos buenos humoristas seguro que les gustaría saberlo.
Casi todas las personas inteligentes tienen sentido del humor. Churchill fue uno de los estadistas más importantes y serios del siglo XX al que le tocó, entre otras cosas, librar a Inglaterra (y al mundo) de aquel monstruo paranoico llamado Hitler. Pero ninguna de sus enormes responsabilidades le privó de su extraordinario sentido del humor; de su agudísimas ironías que hacían temerle a unos y sonreír a otros incluso en los momentos más duros. Se cuentan de él innumerables anécdotas. En alguna de sus biografías creo haber leído una a la vez deliciosa y mordaz, que ilustra su personalidad en este sentido.
Parece ser que durante una cena diplomática en el Palacio de Buckingham, se hallaba Winston sentado al lado de la esposa de un determinado mandatario extranjero, una mujer vulgar y vestida con muy mal gusto, regordeta, hirsuta y de voz aflautada, ordinaria. Churchill practicaba su humor elegante y punzante a la vez, al que sus colaboradores y amigos estaban acostumbrados, metiéndose amable pero irónicamente con algunos, incluídas sus majestades. Su compañera de mesa movía la cabeza, incrédula, hasta que finalmente no pudo contenerse más y le dijo con su voz de pito:
-Winston, es usted terrible. Si usted fuera mi marido, creo que le pondría veneno en el café.
Churchill meneó la cabeza resignadamente y, mirando a los comensales expectantes, contestó:
-Señora, si yo fuera su marido... creo que me lo tomaría.
El humor ecualiza la mente porque ayuda a comprender y a hacer comprender que nuestra vida como seres humanos individuales es volátil y efímera, y que si llegamos a trascender es colectivamente, porque un solo ser humano es más bien poca cosa: un cúmulo de errores y pasiones y vanidades que acaban irremediablemente bajo tierra y que justamente por eso hacen reír cuando se analizan seriamente. Sólo una cosa nos redime (el amor que sentimos durante nuestra vida) y sólo otra nos justifica (el humor que practicamos sobre nosotros mismos).
Somos el único animal que ríe, y no digamos ya el único programa de software. ¿Cómo explicar y enseñar el sentido del humor a un animal, a un extraterrestre, a un robot, a un suizo? (esto último es sólo una broma para ilustrar que el sentido del humor, siendo absolutamente universal, es muy diferente entre culturas, lo que a veces nos hace pensar que quién no tiene nuestro sentido del humor, no tiene sentido del humor. Si van ustedes a China podrán constatar este extremo. Creo que existe un libro titulado "¿De qué se ríen los chinos? que habla del tema). El tipo de humor es una parte inextraíble del tipo de cultura, aunque "gracias" a los medios de comunicación universales, básicamente la televisión y sus telefilmes, se está llegando a una especie de risa planetaria cada vez más penosa y enlatada.
Existe una expresión en castellano que es "estar de humor" (o "tener humor para...") que es sinónima de tener el estado de ánimo correcto para emprender algo (to be in the mood). Esta clase de humor junto con el otro (no tomárselo todo, incluído uno mism@, demasiado en serio) son los ecualizadores de las funciones cerebrales que conducen al éxito, es decir, a aquella meta que usted ha determinado como éxito para usted.
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