Antes de jugar un golpe hay que visualizarlo. Véase haciendo el swing; imagine un contacto perfecto del palo con la bola, oiga el sonido y observe el vuelo de la bola que describe una parábola perfecta y aterriza cerca del objetivo previsto. Luego, mientras hace el swing real, vuelva a imaginar otra vez toda la secuencia descrita. Visualícela también en casa, entrenando golpes mentales, planificando partidos imaginarios.
Después pruebe de aplicar esta técnica a la vida misma. La vida es un partido de golf. Cada golpe es una batalla ganada o perdida; hay golpes muy importantes y otros que lo son menos, hay que jugar muchos golpes de distintas facturas y muchos hoyos que, todos juntos, formarán un resultado final definitivo.
No se puede prever o empezar ningún golpe sin apuntar concretamente. Apuntar a un objetivo: el centro de la calle, el green, un círculo imaginario de un metro que rodea el hoyo. Hágalo también en la vida, porque es lo mismo. Concéntrese en el golpe y no en el swing: el buen golpe mejora el swing; el buen swing no mejora necesariamente el golpe. Aplíquelo también en la vida. Piense en lo que quiere hacer y no en lo que no quiere que ocurra. Si tiene miedo que la bola vaya a parar al agua, irá a parar al agua. No ignore los obstáculos pero piense que forman parte del juego y, una vez posicionados en la mente, olvídelos completamente y céntrese en la acción.
Como en la vida, en el juego del golf es habitual rememorar y comentar con amigos las jugadas de partidos pasados. Nunca se empeñe en dedicar tiempo mental pensando lo que pudiera haber sido o pasado de no haber fallado esto o de no haber tenido tanta mala suerte en lo otro. Por el contrario, concéntrese en pensar y rememorar y comentar sólo aquellos golpes que salieron bien, visualizándolos una y otra vez y sintiendo la satisfacción de su ejecución. Hay que fabricar una biblioteca de recuerdos positivos de la que echar mano en momentos de desmoralización o ansiedad. Los recuerdos negativos deberán haber sido echados desde el principio a la papelera mental de reciclaje.
Después pruebe de aplicar esta técnica a la vida misma. La vida es un partido de golf. Cada golpe es una batalla ganada o perdida; hay golpes muy importantes y otros que lo son menos, hay que jugar muchos golpes de distintas facturas y muchos hoyos que, todos juntos, formarán un resultado final definitivo.
No se puede prever o empezar ningún golpe sin apuntar concretamente. Apuntar a un objetivo: el centro de la calle, el green, un círculo imaginario de un metro que rodea el hoyo. Hágalo también en la vida, porque es lo mismo. Concéntrese en el golpe y no en el swing: el buen golpe mejora el swing; el buen swing no mejora necesariamente el golpe. Aplíquelo también en la vida. Piense en lo que quiere hacer y no en lo que no quiere que ocurra. Si tiene miedo que la bola vaya a parar al agua, irá a parar al agua. No ignore los obstáculos pero piense que forman parte del juego y, una vez posicionados en la mente, olvídelos completamente y céntrese en la acción.
Como en la vida, en el juego del golf es habitual rememorar y comentar con amigos las jugadas de partidos pasados. Nunca se empeñe en dedicar tiempo mental pensando lo que pudiera haber sido o pasado de no haber fallado esto o de no haber tenido tanta mala suerte en lo otro. Por el contrario, concéntrese en pensar y rememorar y comentar sólo aquellos golpes que salieron bien, visualizándolos una y otra vez y sintiendo la satisfacción de su ejecución. Hay que fabricar una biblioteca de recuerdos positivos de la que echar mano en momentos de desmoralización o ansiedad. Los recuerdos negativos deberán haber sido echados desde el principio a la papelera mental de reciclaje.
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